"Despacio y con manos temblorosas abrió el envío que esperaba desde hacía meses. Una vez abierto, sabía que le dolería mucho si erraba en la identificación y, además, como siempre (por orgullo) se enfadaría consigo mismo".
Así comineza el reto que nos proponen en esta entrega desde el Museo de Ciencias Naturales del MUNA. En el siguiente enlace tienes el texto completo y, más abajo, la solución.
Ciencia encriptada: «La red»
En el casco histórico de Leiden (Holanda), se encuentra el jardín botánico más antiguo de los Países Bajos, el llamado Hortus Botanicus. Este fabuloso enclave posee una amplia colección de especies vegetales procedentes de Asia, Europa meridional y el sur de África. Fundado por un erudito, Charles de l´Écluse, conocido como Carolus Clusius (1526-1609), uno de los botánicos más interesantes de esa época, dicen que, allá por el siglo XVI, no era un huerto cualquiera, ya que albergaba una de las colecciones de plantas más importantes del momento… Clusius, formado en teología y filosofía en Lovaina (recordemos que a los estudiosos del mundo natural se les llamaba filósofos naturales por entonces), dedicó parte de su juventud a viajar por Europa, de hecho, fue médico de la corte de Viena y director de los fabulosos Jardines Imperiales, donde cultivó tulipanes -bulbos- que le enviaba el embajador del emperador, en Constantinopla, Ghislain de Busbecq, época en que comenzó -al tiempo- su gusto por el coleccionismo de todo tipo de libros raros que buscaba en bibliotecas, así como de especímenes de historia natural (por ejemplo, una interesante colección de hongos que eran su debilidad). Al final de su vida, ya anciano, y como profesor en Leiden, construye el Hortus, antes mencionado, que va incrementando a partir de especímenes que intercambiaba con otros científicos, más de trescientos en toda Europa, con los que se escribía en siete de los idiomas que dominaba a la perfección, y que le enviaban plantas recién descubiertas, no solo en el Viejo Continente, también otras procedentes de América y Asia, que ofrecían -como dádivas- marineros, aventureros y exploradores. Autor incansable, son famosos sus tratados, caso de: Rariorum plantarum historia. Fungorum in Pannoniis observatorum brevis historia (año 1601)(Historia de las plantas singulares. Breve historia de los hongos observados en Panonia) o Exoticorum libri decem: quibus animalium, plantarum, aromatum, aliorumque peregrinorum fructuum historiae describuntur (año 1605) (Diez libros de cosas exóticas en los que se exponen historias de animales, plantas, especias y otros frutos extranjeros).
Muchas de las plantas estudiadas por Clusius son muy populares en la actualidad, por ejemplo, el castaño de Indias, que llegó a Viena en 1576 con el embajador en Constantinopla, o numerosas flores, como anémonas, narcisos, gladiolos…hoy presentes en todo tipo de jardines. También un vegetal (su tubérculo), la papa (Solanum tuberosum) que, procedente de Sudamérica, y aunque no muy extendida, sí era bien conocida por los expertos. De esta planta, recibió dos ejemplares como regalo en el año 1588 y, en 1601, la describe detalladamente en el primero de los dos libros señalados previamente (Rariorum plantarum historia), contribuyendo a la popularización de lo que hoy llamamos patata o papa (en Canarias y otros lugares americanos), que forma parte de nuestra dieta habitual de alimentación.
Estudioso incansable, llegó a crear una red de corresponsales con los que se carteaba (nobles, eruditos, navegantes, farmacéuticos, comerciantes, aficionados…) donde estaban incluidas algunas mujeres (algo raro en esa época). Todos formaban parte de una comunidad, una auténtica red de intercambio de conocimientos de Historia Natural en una Europa fascinada por los organismos -de toda naturaleza- venidos de lejos, desde las Nuevas Tierras que se estaban descubriendo. Curiosamente, en las abundantes y detalladas epístolas, algunos de estos informadores/confidentes, unidos por una misma pasión, le comentaban acerca de las condiciones -muy adversas- que estaban soportando todo tipo de vegetales (semillas, frutos, esquejes…) en varios lugares de Europa, afecta por fluctuantes condiciones climáticas durante la llamada Pequeña Edad de Hielo, con graves repercusiones, según las crónicas de entones, en pérdida de cosechas y mortandades de animales, provocados por un frío intenso que tan bien han retratado algunos maestros de la pintura, seguidos de períodos de sequía e intenso calor.
Se habla de que Carolus Clusius, en ese afán por coleccionar, sistematizar y publicar se convirtió en uno de los primeros científicos en el sentido moderno del término.
Fátima Hernández Martín,
Directora del Museo de Ciencias Naturales. MUNA, Museo de Naturaleza y Arqueología
FOTO 1.- Paisaje invernal pintado por Jacob van Ruysdael (siglo XVII), describiendo una Europa, según los estudiosos, afectada por el frío intenso de la llamada Pequeña Edad de Hielo
FOTO 2.- Paisaje helado, pintado por Hendrik Avercamp, plasmando los rigores climatológicos durante la Pequeña Edad de Hielo en los Países Bajos
FOTO 3.- Descripción del castaño de Indias en la obra Rariorum plantarum historia (año 1601, Carolus Clusius)
FOTO 4.- Dibujo de un narciso, una de las numerosas plantas (flores para jardín) estudiadas por Carolus Clusius
FOTO 5.- Detalle de Breve historia de los hongos observados en Panonia (uno de los libros escritos por Carolus Clusius). Rariorum plantarum historia. Fungorum in Pannoniis observatorum brevis historia (1601)