Entre las mariposas nocturnas existen unas pequeñas polillas (10-20 mm) que destacan tanto por su curiosa biología como por la gran diferencia morfológica existente entre los dos sexos, hecho conocido como dimorfismo sexual. Mientras que los machos son alados y de vida libre, las hembras se protegen en un estuche-casa que fabrican cuando aún son orugas con materiales que encuentran en el entorno.
Aunque se trata de una familia de lepidópteros (Psíquidos) con unas 1.300 especies mundiales, en Canarias solo existen cuatro, todas endémicas. La más extendida por el archipiélago es Amicta cabrerai, especie dedicada –al igual que muchos endemismos canarios de todos los grupos de insectos– al médico y entomólogo lagunero Anatael Cabrera Díaz (1869-1943), que a lo largo de su vida realizó una extensa colección de insectos que fue legada, en su mayoría, al Museo de Ciencias Naturales de Madrid tras su muerte. En el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife se conserva una muestra testimonial formada por himenópteros –abejas, avispas y hormigas–, su grupo preferido.
Esta polilla canaria de estuche suele vivir en distintas especies vegetales (incienso canario, tarajal o vinagrera) del piso basal de las islas centro-occidentales, aunque también puede adaptarse a algunas plantas aromáticas de interés culinario.
La oruga, al poco tiempo de salir del huevo, reúne pequeños fragmentos de ramas, hojas o líquenes, y los cementa internamente con seda para construir un envoltorio en el que transcurre la metamorfosis, con todas las fases propias del desarrollo complejo que experimentan las mariposas. Si la polilla resultante de tal proceso es macho, volará en busca de una hembra para reproducirse y morir posteriormente, sin ni siquiera comer, pues su boca vestigial le impide alimentarse. En cambio, si el adulto que emerge es hembra, seguirá viviendo dentro del habitáculo construido, que protegerá el cuerpo larviforme que aún conserva, ya que la metamorfosis para este sexo conlleva una regresión anatómica (fenómeno conocido como catametabolia) que culmina en un adulto carente de alas, antenas, boca e incluso de ojos. Esta hembra adulta no abandonará su estuche protector, del que tan solo asomará la cabeza y parte del tórax, y a él acudirá el macho para poder aparearse con ella.
Similar patrón biológico y reproductor tienen las otras tres especies canarias de la familia, todas pertenecientes al género Luffia, exclusivas de La Gomera (L. gomerensis), La Palma (L. palmensis) y Tenerife (L. rebeli). Su alimentación se basa en líquenes depositados en troncos, ramas o cortezas de árboles.
El endemismo tinerfeño vive incluso en hábitats urbanos, en las paredes y techos de los lugares más húmedos de las viviendas, desplazándose lentamente, sin apenas asomar la cabeza por cualquiera de las dos aberturas terminales de su estuche, que tiene forma de saco plano, alargado, más o menos ovoide y de color pardusco.
La exposición temporal “Hogar, dulce hogar. Una estrategia de supervivencia” −que se exhibe en el Museo de la Naturaleza y el Hombre hasta el 25 de septiembre− dedica un módulo a esta curiosa polilla canaria (Amicta cabrerai). En él se muestran varios estuches colectados en la naturaleza, una reproducción a gran escala de uno de ellos y un espécimen macho de la colección entomológica del Museo.
Bajo el título “¿Sabías que…?”, presentamos esta sección que incluye curiosidades, anécdotas, particularidades de algunos objetos, piezas o especímenes; referencias a antiguas expediciones; resultado de los trabajos de investigación y demás temas vinculados con Museos de Tenerife.