En Canarias se han estudiado y referenciado numerosos organismos marinos pertenecientes al grupo de los cnidarios, de los que se conocen unas 4.000 especies a nivel mundial. Entre otras muchas características, estos animales −que en su día fueron considerados y confundidos con vegetales por su aspecto− presentan en común unas células llamadas cnidocitos que, por contacto, proyectan una toxina que provoca irritación y en algunos casos problemas de mayor gravedad.
Este grupo zoológico incluye medusas, entre las que destacamos Pelagia noctiluca o Chrysaora hysoscella, por citar solo algunas, habituales en las aguas canarias en determinadas épocas del año cuando, arrastradas por fuertes vientos y potentes corrientes desde mar adentro su lugar habitual, llegan a las playas causando algunos problemas a los usuarios.
Sifonóforos, entre los que señalaremos, por ser muy conocida, la fragata portuguesa (Physalia physallis) temida por su gran peligrosidad, en realidad organismos coloniales que se identifican fácilmente por la bolsa de tonalidad violácea llena de aire que descansa en la superficie y una extensa amalgama de filamentos urticantes (de varios metros de longitud) por debajo del agua, perfectamente dispuestos para inmovilizar y capturar todo tipo de presas (huevos, larvas y adultos de peces sobre todo).
Anémonas, también llamadas ortigas de mar, que se localizan en algunos charcos de marea y que, en ocasiones, causan irritaciones cutáneas por contacto. Bellísimas y llamativas gorgonias (de esqueleto córneo), amarillas, rojas… como las que habitan fondos en torno a cincuenta metros de profundidad, en zonas de abiertas a corrientes a fin de captar los nutrientes suspendidos en el agua, base de su alimentación por filtración.
Y no podemos olvidar una amplia variedad de corales, de diversos tamaños, entre los que señalaremos el caso del coral naranja (Dendrophyllia ramea) de esqueleto calcáreo, que forma extensos y amplios bancos en determinados fondos entre 60 y 120 metros de profundidad, pero que sin embargo carece de valor comercial.
El Museo de Ciencias Naturales de Tenerife dispone de una amplia colección de cnidarios (988 registros tanto en colección seca como colección húmeda) de todos los grupos señalados anteriormente, algunos expuestos en las salas de Biología Marina. Ciertas especies se hayan vinculadas a interesante información que, si visita el Museo, estamos seguros le sorprenderá.
Como dato anexo y curioso, no hay una normativa internacional que supervise a nivel mundial las poblaciones de corales. Las distintas regiones y países establecen sus propios criterios para controlar la extracción, caso de España que se rige en la actualidad por el Real Decreto 629/2013 de 2 de agosto de 2013 que regula la pesca del coral rojo mediterráneo, su primera venta y el procedimiento de autorización para la obtención de licencias para su pesca.
Recordemos que antiguamente, en el caso concreto del Mediterráneo, los bosques de coral se hallaban a muy poca profundidad, mientras que al hacerse intensiva la recolección fueron agotándose, descendiendo en profundidad y quedando relegados a oquedades, paredes y cuevas. El coral, que mueve al año en torno a 500 millones de euros a nivel mundial, incluyendo todas las especies de los considerados preciosos, no se halla en el anexo I del CITES (máximo nivel de protección). Una propuesta presentada por los Estados Unidos y la Unión Europea ha incluido otras especies de coral rojo y rosa en el Anexo II. En lo que sí han coincidido todos los países es que a nivel global no se han realizado estudios amplios sobre el estado actual de este recurso (el gran olvidado), que se ha visto muy degradado y ya no ocupa una distribución tan superficial como lo estuvo en épocas pasadas en determinadas zonas.