Los museos de ciencias naturales acogen, entre sus fondos, dos tipos de colecciones: secas (naturalizadas o disecadas) y las llamadas “húmedas”, donde se incluyen especímenes que se conservan dentro de recipientes contenedores inmersas en líquidos conservadores. Estas últimas son menos conocidas por el público en general dada su mayor dificultad para la exhibición.
Aunque, aparentemente, pueda resultar una tarea sencilla, conservar para la posteridad, evitando evaporaciones del líquido en su interior, frascos herméticos que contengan especímenes de historia natural resulta una tarea ardua.
El procedimiento a seguir a la hora de llevar a cabo este proceso de conservación es complejo, distinto según el organismo de que se trate y, en ocasiones, hasta peligroso por el uso de material tóxico. Aunque no tan sensibles a los factores externos como los ejemplares disecados (aves, peces…), hay que tener en cuenta que para preservar estos ejemplares se requiere un protocolo específico y muy estricto para que el paso del tiempo y las condiciones ambientales no deterioren este material, en la mayoría de los casos, de gran valor.
En este sentido, los contenedores deben estar cerrados sin posibilitar escape de vapores, protegidos de la luz, con una temperatura adecuada, en habitáculos seguros, perfectamente catalogados y fácilmente localizados. Además, dentro de cada uno de los recipientes y, en función del tipo de organismo de que se trate (recordemos que no es lo mismo preservar un molusco cuya concha se deteriora con sustancias ácidas que un pez) se usará un tipo de líquido como formalina, alcohol o propiónico, por citar algunos, a unas proporciones concretas. Para la manipulación de estas sustancias se precisa, no solo aprendizaje de técnicas elaboradas y contrastadas, sino también protección adecuada para evitar la inhalación de vapores.
Como resultado de esta labor de conservación, las colecciones en húmedo de algunos museos que contienen registros de cientos de años −procedentes de campañas históricas, algunas muy conocidas− se encuentran actualmente preservadas en buen estado.
Por su parte, los almacenes del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife albergan varios miles de frascos (cerca de 16.000 ejemplares registrados y catalogados), de tamaño diverso, con colecciones húmedas de distintos grupos zoológicos y de zonas diversas (invertebrados y vertebrados marinos y terrestres) que son cuidados y tratados con los desvelos del equipo de conservadores de Museos de Tenerife, aplicando novedosos procedimientos que se recogen de investigaciones de profesionales que publican sus trabajos sobre esta materia tan compleja como poco conocida.