Las crónicas de la conquista de Canarias elaboradas en la Península Ibérica, conocidas como «peninsulares u oficiales», se deben al mandato de los monarcas castellanos y –por ello– engrosaron la Crónica General del Reino de Castilla. Si bien sus redactores no participaron personalmente en la campaña bélica, anduvieron implicados en su organización. Y aunque los acontecimientos referidos se encuentran en trabajos más amplios, acaudalan testimonios que los ratifican como fuentes etnohistóricas de innegable valor. Trataré a continuación una de las que despunta por su minimizada y casi telegráfica descripción de los hechos de armas: la «Crónica de los Reyes Católicos» redactada por Diego de Valera.
La Crónica de Mosén Diego de Valera (1412-1488)
El relato de Diego de Valera alcanza la segunda fase de la conquista de Gran Canaria, entre los años 1480 y 1483. Por él sabemos que en 1481 –cuando contaba sesenta y nueve años de edad– había finalizado su «Crónica Abreviada» o «Valeriana» estableciéndose en el Puerto de Santa María (Cádiz) de donde salían embarcaciones, conquistadores y pertrechos hacia el océano Atlántico y adonde remitían las noticias de la gente del mar y de la guerra.
Por entonces había concebido dar continuidad a su obra histórica tripartita, preparando el «Memorial de diversas hazañas» y la «Crónica de los Reyes Católicos». Para ésta última –objeto de nuestro interés– contó con testimonios directos de innegable valor recabados a mercaderes, conquistadores, religiosos, marineros y soldados; con un afanoso deseo de extraer documentación de los archivos, quejándose del estado de conservación de las crónicas e historias que reclamaba para su trabajo; y con su gran curiosidad por todo lo foráneo, por las cosas del océano desconocido.
En este contexto, el capítulo XXXVII de la «Crónica de los Reyes Católicos», que lleva por título De las cosas que se hizieron en la Gran Canaria después que el rey e reyna nuestros señores enbiaron a ella por governador a Pedro de Vera, veynte y quatro de Jerez, nos relata los acontecimientos que dieron como resultado el final de la guerra de conquista, convirtiéndose en referencia obligada.
Esta Crónica –inédita durante mucho tiempo– fue publicada en 1927 por Juan de Mata Carriazo precedida de un estudio pormenorizado que contiene referencias a la vida y obra de Valera. Y, a mayor abundamiento, el capítulo completo de Canarias vio de nuevo la luz el año 1934 con E. Hardisson y Pizarroso, quien reprodujo a su antecesor.
Bibliotecas, museos y manuscritos
Existen varios manuscritos de la Crónica de Mosén Diego de Valera, conocidos por la sigla del nombre de la localidad donde están depositados:
E) El Manuscrito de la Biblioteca de El Escorial. Está contenido en el códice escurialense descrito por P. Miguélez en su «Catálogo de los códices españoles de la Biblioteca de El Escorial: relaciones históricas» y por fray Julián Zarco Cuevas en su más extenso «Catálogo de los manuscritos castellanos» de esa biblioteca. El códice consta de 334 páginas escritas con letra del siglo XVI de diferentes copistas, de las cuales los folios 1 a 113 vueltos contienen lo que Miguélez llama la «Crónica incompleta de los Reyes Católicos».
L) Manuscrito del Museo Británico. Fue dado a conocer por Gayangos como «Corónica de los Reyes Don Fernando y Doña Isabel por (Mosén) Diego de Valera…». Tiene 288 folios de texto. La letra redonda –casi cortesana– es la misma hasta el folio moderno 88, donde acaba la «Crónica de los Reyes Católicos» de Valera con la palabra finis.
G) Manuscrito número 99 de la Biblioteca del Duque de Gor, en Granada. Es una copia en letra del siglo XVIII escrita de una mano con gran regularidad. La obra de Valera empieza en el folio 132, abarcando 153 folios hasta los últimos renglones del 284 vuelto en su máxima extensión conocida, con el encabezamiento, preámbulo mutilado y capítulo primero que faltan en los demás manuscritos. Lleva por título «Comiença la corónica / cierta y verdadera / de los catholicos Principes / el rey D. Fernando, e la reyna Da. Isabel / de esclarecida y gloriosa memoria».
La transcripción que analizamos corresponde al ejemplar editado procedente del Museo Británico, tal y como han sugerido quienes lo dieron a conocer. Su elección estriba en que parece haber sido el mismo que poseyó y anotó Jerónimo Zurita como única fuente para la redacción del capítulo XXXIX del Libro XX de sus «Anales», que trata De la conquista de Gra Canaria, y de algunas de las Islas a ella cercanas, que los antiguos llamaron Fortunadas. De igual manera, Andrés Bernáldez, López de Gómara, Abreu Galindo, Castillo, y Viera y Clavijo, toman de Jerónimo Zurita algunos datos relevantes que sólo aparecen recogidos en Mosén Diego de Valera.
Epílogo
Los acontecimientos desarrollados en los tres últimos años de guerra y conquista destacan en Valera por la concisa precisión de sus anotaciones –casi telegráfica–, la cruda realidad bélica, el esmero concedido a su descripción escenográfica, la abundante relación toponímica en lengua aborigen canaria, la visión jerarquizada y estratificada de los guerreros indígenas, su voluntad irredenta, además del ambiente geográfico y económico en el que se desenvolvieron los asuntos de campaña.
Dr. José Juan Jiménez González
Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife