Las crónicas e historias de la conquista realizadas en las islas Canarias suponen los relatos locales que recogen descripciones de la campaña bélica y la soldadesca, impresiones de los nativos, aspectos de la colonización, así como listados de autoridades civiles y religiosas castellanas. Uno de esos textos promovió tres versiones semejantes en las que el anonimato suplió la cita de autoría. Razón por la cual acabaron siendo conocidas a través de la denominación del lugar donde fueron encontradas, mientras su datación resulta deudora de las alusiones puntuales recogidas en las versiones que se custodian.
La Crónica Primitiva o Matritense
Se trata de la copia de un relato de la conquista de Gran Canaria escrito por diversas manos en el siglo XVII, procedente de la Biblioteca Nacional, que fue dada a conocer por Millares Carló sin un estudio pormenorizado del documento porque su investigación se centró en indagar la clase y el grado de parentesco que pudo guardar con los ya citados “Anónimo de La Laguna”, Scudero y Cedeño. De aquél manuscrito infirió la existencia de un núcleo primigenio anterior a 1496 con adiciones que alcanzarían hasta 1542, en que inició su mandato el último de los obispos mencionados en el texto.
Aceptada su adjudicación a Alonso Jaimes de Sotomayor restaría concretar quién o quiénes efectuaron las amplificaciones. La atribución de la autoría fue un error mimético del propio Millares tras consultar el “Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos, provincias, ciudades, villas, iglesias y santuarios de España” publicado por Tomás Muñoz y Romero en Madrid el año 1858, donde consta una “conquista de Gran Canaria” que hoy conocemos como Crónica Ovetense, atribuida originariamente también a Sotomayor. Si el último capítulo del Matritense sitúa la génesis de su redacción en 1527, la lista episcopal llevaría a considerar interpolaciones practicadas sobre 1542, lo cual le descartarían como autor de la obra completa dado que había muerto antes de 1526.
Una comparación del Matritense y el Lagunense manifiesta la dependencia entre ambos, aunque el primero sea más sencillo, hosco, directo en su estilo y erróneo en algunos pasajes, frente a la mayor profusión literaria del segundo.
M.R. Alonso consideró anónimo al Matritense y centró su análisis en la cronología, el estilo literario y los propósitos que guiaron a su redactor, proclamando que fue escrito después de 1539 y que, siendo una copia, no podía diferenciar el texto primigenio del interpolado. En cualquier caso, para ella, el objetivo del autor habría sido la invocación de Juan Rejón ante la tendencia adversa apreciable en los escritos que le replicaron, argumentación canalizada a partir de las pugnas pretéritas que surgieron entre los conquistadores.
Dr. José Juan Jiménez González, Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife.