La reciente noticia aparecida en un periódico de Canarias sobre la incautación de varios ejemplares de pinzón azul (Fringilla teydea) en el equipaje de un pasajero, con destino a Italia, no es habitual en los medios de comunicación regionales, pero es un pequeña muestra de una actividad ilegal que, desgraciadamente, no conoce fronteras y mueve anualmente considerables sumas de dinero a escala mundial.
Una lacra de muy difícil solución que amenaza la supervivencia de numerosas especies en todo el planeta. No sólo es un atentado contra la propia biodiversidad, sino que en la mayoría de los casos las condiciones en las que viaja esa “delicada mercancía” son tan deplorables que solo una mínima parte consigue sobrevivir. Es muy probable que muchos de esos pinzones azules, viajando entre calcetines dentro de una maleta, no hubieran llegado con vida a su destino.
Este bellísimo pájaro es una de las pocas especies de aves endémicas de Canarias y habita exclusivamente en los pinares de Tenerife y Gran Canaria, en cada una encontramos una subespecie bien diferenciada, aunque con fortuna muy desigual. Mientras en Tenerife es muy común y se encuentra bien distribuida en toda la corona forestal, en Gran Canaria solo cuenta con poco más de 200 ejemplares, motivo por el que se la considera seriamente amenazada. Esta especie fue descrita para la ciencia en 1842 a partir de aves de Tenerife y más tarde (1905) se comprobó que las de Gran Canaria eran algo diferentes, lo que llevó a considerarlas como una subespecie propia (Fringilla teydea polatzeki).
La situación tan delicada que atraviesa esta subespecie explica que tanto en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, como en el Catálogo Canario de Especies Protegidas, figure con la categoría de “En Peligro de Extinción (E)”, debido a la intensa destrucción de los bosques de pino canario, la caza sistemática a la que fue sometida para engrosar las colecciones de museos europeos y los incendios forestales. Con la aprobación definitiva del Plan de recuperación del pinzón azul de Gran Canaria (Decreto 57/2005, de 12 de abril) se abren perspectivas optimistas para su salvación definitiva.