Nuestra compañera, Esther Martín-González, conservadora de Paleontología y Geología del MUNA, ha asistido en abril y junio, al 1er Worhshop de Paleontología en Islas Atlánticas celebrado, respectivamente, en Porto Santo (Madeira) y Santiago (Cabo Verde), en colaboración con el grupo de investigación dirigido por Sérgio Ávila, y compuesto por investigadores de la Universidad de Azores (Carlos Melo, Patricia Madeira), Universidad de Lisboa (Carlos Márques Da Silva), Universidad de Oporto (Lara Baptista), Universidad de Madeira (Carlos Góis-Marques), Universidad de Cardiff (Ricardo Ramalho), Instituto Hidrográfico de Portugal (Cristina Rebelo), Museo de Historia Natural de Funchal (Ricardo Araujo) y Museo Estatal de Historia Natural de Sttugart (Michael Rasser), así como varios doctorandos (Samuel Arruda, Cátia Álves, Claudia Saccheti, Livia Smarigligia)
En Porto Santo, además de trabajar en los depósitos del Último Interglaciar, donde hemos localizado especies de especial interés paleobiográfico, también hemos prospectado afloramientos de eolianitas (arenas fosilizadas) que tapizan una gran superficie de esta isla. Pero sin duda, lo más relevante fue conocer más a fondo los yacimientos de corales y rodolitos miocenos de los islotes de Cima y Baixo. Los arrecifes de corales forman importantes extensiones sobre la plataforma de abrasión basáltica, y entre los ejemplares de diferentes taxones se encuentran otros tipos de fósiles como moluscos y cirrípedos. En el caso del Ilhéu de Baixo o Cal, estas potentes formaciones coralinas fueron explotadas para la extracción de cal, originando un sistema de galerías que atraviesan el islote de este a oeste. Otro grupo de organismos que predominan en el Ilhéu de Cima son los rodolitos, algas rojas coralináceas, que a veces llegan a tener un gran tamaño, como las fosilizadas en el yacimiento de Cabeço das Laranjas.
La gran cantidad de organismos de aguas tropicales en un archipiélago oceánico septentrional nos está indicando que el clima y la temperatura del agua del océano Atlántico era muy diferente a las existentes actualmente en esa latitud. La temperatura y productividad de los mares tropicales, unido a un ambiente somero y óptimo para su desarrollo, produjo el desarrollo de comunidades biológicas diferentes, que han quedado fosilizadas en el registro geológico de Porto Santo. Su estudio puede ofrecer evidencias de cómo fueron las comunidades que habitaron las islas Canarias en ese momento, y, que por causas que desconocemos, no han quedado conservadas en el registro fósil del archipiélago.
En el caso de Cabo Verde, los afloramientos paleontológicos visitados en la isla de Santiago fueron de dos tipos: playas fósiles del Plioceno y Pleistoceno medio, y depósitos fosilíferos asociados a eventos tsunamigénicos. En las proximidades de Praia, la capital de Santiago, se localiza el Ilhéu de Santa Maria y Ponta das Bicudas, dos yacimientos visitados y estudiados por Charles Darwin en 1832, caracterizados por presentar una extraordinaria estratigrafía y asociación fosilífera, sobre todo de icnofósiles en Ponta das Bicudas. En a costa oriental de la isla se observan numerosos entrantes del mar que general bahías abrigadas dónde se han preservado afloramientos fosilíferos del Pleistoceno medio que presentan una notable diversidad fosilífera, dominada por arrecifes de ostreidos y potentes paquetes de rodolitos.
Tanto en la costa sureste como en las proximidades de Tarrafal, al norte de la isla, se encuentran depósitos conglomeráticos fosilíferos asociados a tsunamis producidos a eventos de megadeslizamientos gravitacionales originados en la cercana isla de Fogo. Junto a estos conglomerados se observan bloques basálticos de hasta varios metros de envergadura, arrastrados a gran distancia y altura de la línea de costa por la fuerza de las olas de tsunami. El análisis de estos afloramientos relacionados con eventos de alta energía contribuye a conocer y entender mejor las tsunamitas de Agaete y Teno producidas también durante episodios de megadeslizamientos originados en Tenerife.
En resumen, el estudio de los yacimientos paleontológicos de distintas islas de los archipiélagos macaronésicos, junto a especialistas de diferentes materias e instituciones entre los que se encuentran investigadores del Museo de Ciencias Naturales, aportan nuevos nociones sobre la paleontología de la Región Macaronésica en general, y sobre la del archipiélago canario, en particular. Además de contribuir a enriquecer el conocimiento del importante y único Patrimonio Paleontológico que albergan los archipiélagos volcánicos oceánicos, una de las principales líneas de investigación del área de paleontología y geología del MUNA.