El Cabildo de Tenerife, a través del Área de Economía y Competitividad, ha iniciado en Mauritania una campaña de colaboración en la búsqueda de recursos hídricos.
Entre los días 6 y 13 de octubre de 2009, un equipo multidisciplinar compuesto por una hidrogeóloga, Isabel Farrujia de la Rosa (Consejo Insular de Aguas de Tenerife); una médica, Ángeles Arbona Illada (Instituto de Atención Sociosanitaria de Tenerife); un ingeniero agrícola, José Luis Savoie Gutiérrez (Agroindustria e Infraestructura Rural de Tenerife); y un biólogo, José Salvador López Rondón (Museo de Ciencias Naturales. OAMC) se desplazó al desierto del Akchar, para realizar los primeros estudios sobre el terreno.
La República de Mauritania, con una superficie de algo más de un millón de kilómetros cuadrados, tiene actualmente una población que apenas supera los tres millones de habitantes y que ha pasado en los últimos cuarenta años de una cultura nómada a la sedentarización en ciudades, especialmente en la costa y a orillas del río Senegal. La situación social del país viene marcada por una tasa de pobreza muy elevada, encontrándose entre el grupo de los catalogados como países con un índice de desarrollo humano bajo y entre los 50 países menos desarrollados. La esperanza de vida al nacer está en 53,9 años, mientras la nuestra se sitúa en la actualidad en 79,9 años.
El desierto ocupa el 90% del territorio, con unos recursos hídricos muy limitados. Precisamente, este primer desplazamiento de personal del Cabildo de Tenerife se promueve por la información, a través de técnicos del Museo de Ciencias Naturales, asiduos visitantes de los ecosistemas mauritanos, de las grandes penurias provocadas por las persistentes sequías de las últimas décadas
El área de trabajo, con una superficie aproximada de 10.000 km2, se localiza en el extremo oeste de la provincia de El Adrar, en la mitad oriental del desierto de Akchar. En esta superficie se desarrolla la vida de una población nómada de alrededor de 500 personas y su ganado, unos 600 camellos, 1.200 cabras y 60 burros, que presentan una demanda diaria de 68 m3 de agua.
En la actualidad, este colectivo se abastece entre dos puntos extremos distantes unos 150 km. Por el norte se suministra a través de la línea férrea que une las minas de hierro de Zouerat con el puerto de Nouadhibou, y por el sur de un único pozo de 35 m de profundidad y 1,5 m de diámetro, construido hace unos cien años por los franceses. Junto a la vía del tren se han habilitado una serie de depósitos y aljibes que, una vez por semana, son rellenados desde vagones cisterna. La extracción de agua desde el pozo se realiza de forma manual, izando un pequeño depósito de unos 20 litros de capacidad.
Las actuaciones que puedan realizarse con relación al agua constituyen una línea estratégica prioritaria para el Gobierno Mauritano y todas las agencias de cooperación, dados los bajísimos índices de cobertura tanto de abastecimiento como de saneamiento en todo el país, situación especialmente grave en la zona descrita.
Las repercusiones en la salud de la población son, igualmente, alarmantes. La tasa de mortalidad infantil se sitúa en 66,6 muertes por cada 1000 nacimientos, dato que entenderemos en toda su dimensión si lo comparamos con la misma tasa en España, actualmente en 4,21. Precisamente las diarreas son una de las principales causas de mortalidad infanto-juvenil, especialmente entre los 6 y los 23 meses.
El objetivo básico de esta iniciativa de cooperación, promovida por el Cabildo de Tenerife, es realizar los estudios necesarios para determinar si entre la línea férrea y el pozo actual, aproximadamente a medio camino entre ambos puntos, existe agua en el subsuelo y si esta puede ser aprovechada.
Las condiciones hidrogeológicas son, en principio, poco favorables por encontrarse en una zona con una pluviometría media anual inferior a los 100 mm y que desde 1970 soporta una persistente sequía. El sustrato rocoso, bajo la cobertera de arenas y dunas, se corresponde con rocas plutónicas y metamórficas con más de 2.000 millones de años de antigüedad.
En los próximos meses se definirán los estudios necesarios para determinar si en el contacto entre ambas formaciones existe agua almacenada y si ésta es susceptible de ser captada mediante uno o varios pozos.
Del éxito de esta iniciativa puede depender la propia supervivencia de la población de la zona y, en cualquier caso, inicia una línea de cooperación que deberá redundar en una mejora de las condiciones de vida en uno de los lugares más inhóspitos del planeta, muy cercano a nuestro Archipiélago y cuyos habitantes merecen toda nuestra solidaridad.