Un gran descubrimiento siempre viene acompañado de sorpresa y fascinación, y éstas se manifiestan tanto en el investigador protagonista como en aquel sector de la sociedad que permanece ávida de nuevos conocimientos.
Un gran descubrimiento siempre viene acompañado de sorpresa y fascinación, tanto en el investigador protagonista como en aquel sector de la sociedad que permanece ávida de nuevos conocimientos. Si además la ocurrencia es fruto del azar, estas sensaciones se ven especialmente incrementadas. En numerosas ocasiones lo descubierto supera las expectativas, sobre todo cuando no se va buscando lo que se termina por encontrar. Es en este último caso cuando la suerte –unida a la perspicacia del investigador- juega un papel determinante en la ciencia.
En referencia al medio marino, sus características físicas y gran extensión lo definen como uno de los hábitats naturales más hostiles para el ser humano, y por tanto permanece prácticamente inexplorado. De hecho, casi 200 años después de que se realizaran las primeras campañas oceanográficas, hoy sigue siendo habitual la lectura de noticias de actualidad que tratan sobre capturas de seres desconocidos en lugares recónditos y poco accesibles.
Pero no solo en territorios desconocidos se descubren cosas: hallazgos e invenciones pueden aflorar en un sencillo laboratorio situado en una calle cualquiera de alguna gran ciudad, y solo la astucia de un buen observador es capaz de detectar la importancia de un hecho trivial para convertirlo en un gran descubrimiento.
Charla, abierta al público, dentro del curso “Los detectives de naturaleza”.
Por Alejandro de Vera Hernández, Biólogo de Museo de Ciencias Naturales.
Día: 16 de abril.
Lugar: Museo de la Naturaleza y el Hombre.
Hora: 19:30h.