Ciencia encriptada: «Las columnas de Atlantis (I)»

El Museo de Ciencias Naturales del MUNA presenta la segunda entrega de la nueva serie de contenidos digitales titulados «Ciencia encriptada», donde por medio de relatos cortos se propondrán acertijos para el usuario de la web de Museos de Tenerife, y de sus redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter). Se partirá de un pequeño relato relacionado con la ciencia (anécdotas, descubrimientos...) en el que se insertarán una serie de pistas, que harán que los avezados lectores puedan encuentrar la solución. Posteriormente, unos días después, se resolverá el enigma. 

Año de 1970. Últimos días de agosto. El buque, con sus sistemas de posicionamiento dinámico y estabilización funcionando a pleno rendimiento, apenas se mueve en la escasa marejada. Se halla en mar abierto, al sureste de las islas Baleares, en un punto del Mediterráneo que supera los 2700 m de profundidad.

Dos hombres charlan en la segunda cubierta. Ambos lideran el equipo científico de la expedición. Llevan varios días sondeando en el emplazamiento, que denominan Sitio 124, y están impacientes. Hace unas horas, la sonda perforaba sedimentos blandos depositados en un fondo marino profundo hace casi 6 millones de años, según las primeras inspecciones de las muestras obtenidas. Pero a 360 m por debajo del fondo marino actual se ha topado con una formación de roca dura. Tiene que ser el primero de los enigmáticos Reflectores M, uno de los principales objetivos científicos de la campaña...

Un marinero les interrumpe. -¿Podrían acudir al laboratorio de recepción de muestras, por favor? Han recuperado el último testigo y la Dra. Cita cree que deberían verlo inmediatamente.

Los dos hombres se dirigen rápidamente al laboratorio superior, situado en la misma cubierta, junto a la plataforma de maniobra de la torre de perforación del barco. El ambiente allí es de tensa expectación. Gran parte del equipo científico está presente, todos alrededor de la mesa de extracción. El testigo de perforación, un cilindro de roca que acaba de ser sacado del interior del tubo de la sonda, ya ha sido bautizado por los operarios del equipo de sondeo con el nombre de Columna de Atlantis, la mítica ciudad sumergida. Ciertamente, el material sondeado es más duro y de color algo más claro que los sedimentos marinos que tiene por encima. Se parece un poco al mármol.

Tras unos minutos a la vista del testigo, los dos científicos quedan muy pensativos. Parece que efectivamente han alcanzado por fin el primer Reflector M, y éste está formado por la clase de rocas que cabía esperar. Pero lo verdaderamente sorprendente es la estructura y laminación de la roca del cilindro. A primera vista, todo hace pensar que tanto la roca como los sedimentos marinos profundos se depositaron en el mismo punto de donde acaban de ser extraídos por la sonda de perforación: primero la roca y a continuación, quizá tras un corto periodo de erosión, lo sedimentos, sin aparente solución de continuidad.

Pero si las cosas sucedieron realmente así, y la roca que forma la Columna de Atlantis es también lo que parece, la conclusión que se desprende resulta casi increíble...