Siguiendo con resultados del proyecto ECLIPSA, del que les explique sus objetivos en la crónica de la semana pasada, otro tipo de depósitos que son de suma importancia para este proyecto son las playas fósiles. Durante los periodos interglaciares, en los que tenemos una temperatura global más alta, se produce el deshielo de los grandes casquetes polares, y con ello el aumento del nivel del mar. Cuando el mar alcanza un nivel estable forma playas, tal y como sucede actualmente, que pueden ser de arenas o de cantos rodados (callaos). Cuando el nivel del mar desciende debido a la llegada de un periodo glacial, esas playas quedan como vestigios de la altura que alcanzó el mar en su transgresión. Y, junto a las arenas y callaos, normalmente quedan restos de diversos tipos de organismos, algas, moluscos, erizos, etc.
Estas subidas del mar se han producido numerosas veces alrededor del planeta y también las tenemos en nuestras costas, y pertenecen a diferentes periodos de tiempo. Muchas de ellas se formaron durante el Último Máximo Interglaciar, hace entre 118 y 120 mil años, cuando el mar llego a elevarse hasta unos 5 m sobre el actual, quedándose fosilizadas entre 1,5 y 3 m sobre el nivel del mar actual. Un ejemplo es la playa fósil de Tachero, en la costa de Anaga, uno de los yacimientos con mayor paleodiversidad de las islas. En ella destaca una blanca capa de algas rojas calcáreas (rodolitos), iguales a las que hoy en día encontramos en las playas del norte de Fuerteventura y que se hicieron tan famosas por las palomitas de la PopCorn Beach.
Tachero y otro gran número de playas fósiles de esta época constituyen un importante patrimonio geológico que puede llegar a desaparecer, paradójicamente, por la subida del nivel del mar que se estima se producirá durante el presente cambio climático global. Según varios informes de Naciones Unidas sobre el calentamiento de los océanos, indican que el nivel del mar podría llegar a elevarse más de un metro de aquí a 2100, aumentando también los eventos meteorológicos extremos en las costas, incrementado así los procesos erosivos.
Es posible que las autoridades puedan mitigar el impacto de esta subida sobre las personas, las infraestructuras y los ecosistemas, pero es difícil que pueda salvaguardar este patrimonio natural cuya desaparición sería irreversible. Por ello, la recogida de datos científicos de estos yacimientos es urgente, de forma que al menos contemos con colecciones de referencia de estos, entre otras cuestiones.
Al mismo tiempo, estos yacimientos paleontológicos son testigos que contribuyen a comprender los efectos del nivel del mar en las costas, y del aumento de la temperatura del mar en las poblaciones biológicas. Ya que en estos depósitos hemos hallado especies procedentes de zonas cálidas, que migraron hacia el norte al aumentar la temperatura del mar, replegándose a sus cuarteles al cambiar las condiciones.
Por todo ello, las playas fósiles canarias constituyen un importante patrimonio natural, para ayudarnos a comprender el pasado y entender el futuro.
Esther Martín-González
Conservadora de Paleontología y Geología. Museo de Ciencias Naturales de Tenerife