Introducción
El agua, presente en forma de vapor en la atmósfera, se intercambia de forma cíclica con el agua superficial de los océanos y de los continentes por medio de tres mecanismos: la evaporación, la condensación y las precipitaciones. Se llama precisamente
ciclo del agua o
ciclo hidrológico a ese flujo constante entre los diferentes «depósitos naturales» de agua (la atmósfera, los océanos, los continentes).
Las masas de agua líquida -calentadas por la radiación solar- desprenden vapor de agua por evaporación. Cuando el aire húmedo asciende y se enfría, se produce la condensación del vapor en minúsculas gotas de agua que forman nubes. El movimiento de las masas de aire y los cambios en su temperatura y presión da lugar a las precipitaciones, ya sean líquidas (lluvia) o sólidas (nieve, granizo).
Cuando se estudia el agua sobre un territorio, siempre se expone el balance hidrológico en un amplio espacio o región donde las altas montañas, lagos, pantanos, ríos, manantiales, escorrentías superficiales y subterráneas son comunes. Para ello, es necesario disponer de información hidrológica de tipo adicional, algo poco habitual en los estudios meteorológicos.
Por lo general, valoramos el aporte de agua al suelo en forma de precipitaciones depositadas en una superficie de un metro cuadrado, a partir de mediciones efectuadas en pluviómetros convencionales, mediciones necesarias para la cuantificación del balance hídrico mínimo. La estimación correcta sería incluir otras aportaciones hídricas, las llamadas precipitaciones ocultas: precipitación de maresía en la costa, precipitaciones de rocío en costa y medianías, precipitación de niebla sobre laderas abruptas y cresterías de montaña y precipitaciones de neblina en planicies elevadas o mesetas.
No obstante, el presente estudio del ciclo de agua se realiza a partir de los recursos que nos ofrece la red meteorológica insular. De ahí que nos ceñiremos solamente a valorar el
balance hídrico simple o
balance hidrológico climático en lugares concretos de la isla, donde los observatorios están equipados de sensores para evaluar las precipitaciones líquidas y las evapotranspiraciones estimadas por expresión matemática en un mismo lapsus.