Está ubicado en el Barranco del Pilón a 550 msnm en el Término Municipal de San Miguel de Abona (Tenerife). La cueva se emplaza en la margen izquierda del barranco, a unos 20 m del cauce, es un tubo volcánico de reducido tamaño, muy angosto y de recorrido rectilíneo, de 4 m de profundidad. La boca, que se estrecha gradualmente, estaba cerrada por un muro de piedra seca. La altura del tubo se va reduciendo progresivamente hacia el interior, su anchura disminuye paulatinamente hacia el fondo del yacimiento (Fig. 1). Por todo ello en la recuperación de los restos colaboraron niños del lugar pues un adulto no cabía en la cueva.
El interior del tubo volcánico fue acondicionado como espacio sepulcral (Fig.1), el primer tramo con la finalidad de regularizar el piso, con un estrato artificial compuesto, de abajo arriba, de un embaldosado de lajas, una capa gravilla, que llega hasta la altura del escalón que dividía en dos alturas el suelo del yacimiento, sobre esta otro embaldosado de lajas que recorre toda la superficie del tubo, recubierta por una capa de tierra y sobre ella una yacija vegetal, formada principalmente por hojas de drago, ramas de almácigo y vinagrera que solo ocupaba la zona más profunda de la cueva donde se depositó el cadáver en posición de decúbito supino, con la cabeza dirigida hacia el sur, posición obligada por la naturaleza y orientación de la cueva.
El cuerpo en el momento del hallazgo, presentaba una conservación diferencial, la parte más deteriorada era el tronco, debido a los desprendimientos procedentes del techo y a las filtraciones, que produjeron el hundimiento del tórax.
La momia conserva el cráneo, la mandíbula, vértebras, costillas, pelvis y extremidades inferiores. Las extremidades superiores están separadas del cuerpo conservando el antebrazo y la mano izquierda (Foto 1); la mano derecha solo conserva los metacarpianos y las falanges de tres dedos, de los que el primero y segundo están flexionados hacia la palma de la mano (Foto 2). Las muñecas presentan signos de los efectos del fuego.
Los estudios realizados a los restos muestran que tenía una malformación congénita en la columna vertebral, consistente en que la 1ª vértebra sacra está separada del sacro y fusionada parcialmente al cuerpo de la 5ª vértebra lumbar (vértebra de transición y bloque vertebral).
Los resultados de la analítica de dieta y nutrición nos indican que no hay evidencias de carencias nutricionales.
En los años sesenta del siglo XX, el Dr. Lengyel, de Budapest, estudió muestras de tejidos de la momia, proporcionadas por Diego Cuscoy, determinando, que posiblemente, el grupo sanguíneo fuera O. Actualmente los análisis que se realizan son genéticos de ADN mitocondrial que se transmite de madres a hijos e hijas y permite estudiar los linajes maternos; el ADN nuclear en el que se incluiría el cromosoma Y, transmitido de padres a hijos, y los marcadores autosómicos, como son los grupos sanguíneos. Con relación a estos últimos los resultados obtenidos demostraron que no había diferencias significativas entre los guanches y las poblaciones del norte de África, corroborando el origen de la población aborigen de las islas.
En los fondos bioantropológicos del Museo Arqueológico de Tenerife existen restos procedentes de otro yacimiento del mismo barranco que se descubrieron en los años 80 del siglo pasado. Se trata de restos esqueletizados que pertenecen a un varón adulto, de 25 a 29 años de edad en el momento de su muerte, de complexión robusta y que medía 1,74-1,75 m de estatura. Presenta una luxación subastragalina en el tobillo izquierdo, patología poco frecuente y que en casi el 50% de los casos se debe a caídas desde una gran altura, desarrollando una desviación en valgo (“desviación del pie hacia fuera”).
Las extremidades inferiores están envueltas por dos capas de piel de ovicaprino finamente gamuzadas, observándose la unión de pieles mediante un cosido con tendones. En la capa externa de la envoltura que cubre las extremidades inferiores queda la impronta de cuatro correíllas de piel y otra, de 3 cm de ancho, a la altura de los pies, anudada a una tira de piel más fina, cuya función era ajustar el fardo funerario al cuerpo. Otro fragmento de piel, de forma abombada, presenta un cosido en forma de zig-zag en la parte superior y un remiendo, así como restos de pelo de color ocre-amarillento. Por su morfología se corresponde a la envoltura que cubría la cabeza.
Diego Cuscoy, llega a la conclusión, tras el estudio realizado a las pieles, que estas presentaban señales de haber sido teñidas, de color marrón oscuro y de amarillo.
Otros restos hallados en el yacimiento son unas bolas de restos orgánicos, resina de pino en cuyo interior contenía acículas secas del mismo árbol, que seguramente fueron empleadas con fines balsámicos (Diego Cuscoy, 1965), y astillas de tea con los extremos carbonizados, identificadas como hachones, interpretados por algunos autores como elementos que servían para alumbrar las cuevas durante la celebración del ritual funerario (Foto 3). No se halló ajuar alguno.
Mercedes Martín Oval. Técnico del Instituto Canario de Bioantropología.
Mercedes del Arco Aguilar. Conservadora de Arqueología. Museo Arqueológico de Tenerife.
MUNA, Museo de Naturaleza y Arqueología
Si Quieres saber más:
-Arco-Aguilar, Mª del C. del, R. González-Antón, Mª M. del-Arco-Aguilar, C. Rosario-Adrián, C. Rodríguez-Martín y M. Martín Oval (1999). «Los Guanches desde la Arqueología». Organismo Autónomo de Museos y Centros. Cabildo de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.
-Arco-Aguilar, Mª. C.del.1976. El enterramiento canario prehispánico. Anuario de Estudios Atlánticos, 22: 13-124. Madrid-Las Palmas.
-1992-93. De nuevo el enterramiento canario prehispánico. Tabona VIII-I. La Laguna.
-Diego-Cuscoy, L. (1965). Tres cuevas sepulcrales guanches (Tenerife). Excavaciones Arqueológicas en España, 3. Madrid.