Abeja y premios Nobel. Taller Danza de las abejas
En 1973 se otorgó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina compartido entre 3 investigadores: Karl R. von Frisch, Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen.
Konrad Lorenz, médico austriaco y unos de los padres de la etología, lo obtuvo por sus estudios sobre el comportamiento animal, al describir la impronta, proceso fisiológico generado tras el nacimiento que garantiza el comportamiento maternal y filial entre madre y cría.
Nikolaas Tinbergen, zoólogo neerlandés y otro de los padres de la etología, recibió el premio Nobel por el descubrimiento de patrones de conducta individual y social en el mundo animal.
Karl R. von Frisch, etólogo austriaco y principal protagonista de este artículo consiguió demostrar, y por ello obtuvo el premio Nobel, que mediante determinados movimientos vibratorios del abdomen, que llamamos “danza de la abeja”, las exploradoras informan al resto de la colmena de la localización de la fuente de alimento, señalando la dirección y la distancia que las separa de la colmena. Para transmitir dicha información las abejas recurren a una serie de desplazamientos y movimientos, que sus compañeras observan e interpretan.
Cuando la distancia entre la fuente de alimento y la colmena es inferior a 150 metros, la danza es sencilla y suministra fácilmente el dato de distancia pero no así el de dirección.
La “danza de la Abeja”, también denominada danza con meneo o danza del 8 se utiliza para distancias superiores a 150 metros.
La abeja que realiza la danza corre en línea recta por una corta distancia, regresa en un semicírculo al punto de partida, corre de nuevo a través de la línea recta y a continuación hace un semicírculo en la dirección opuesta para completar una forma de ocho completo.
Ya en 1949, Von Frisch pudo demostrar que las abejas (Apis mellifera) utilizan el Sol como compás para orientarse y que el ángulo que forma con él la línea recta del 8 determina la dirección en la que se encuentra la fuente.
En cuanto a la distancia, el medidor más simple y fiable es la duración de la parte recta de la danza, medido en segundos.
Para llegar a las conclusiones definitivas que le permitieron ultimar su estudio sobre la danza de las abejas, realizó múltiples experiencias como crear y ocultar fuentes artificiales de néctar, marcar abejas y hacer un seguimiento de todos sus desplazamientos a la colmena. Cita la bibliografía que realizó en su propio jardín y con la ayuda de su familia, un juego en el que ocultaba una fuente de néctar y por medio de los bailes que él mismo realizaba dirigía a los miembros de su familia hasta el tesoro oculto.
Copiando este interesantísimo experimento familiar, diseñamos en mayo de 2017 y con la inestimable ayuda de alumnos en prácticas, el taller didáctico “Danza de la abejas”. Pensado para público infantil, se realizaron las correspondientes adaptaciones para esas edades y se inauguró en el día internacional de los museos, el 18 de mayo.
La fuente artificial de néctar, en este caso pequeños recipientes con miel se ocultó en uno de los patios adyacentes al de los talleres de didáctica y a unos 6o metros del espacio al que llamamos colmena. Entre los participantes, perfectamente caracterizados de abejita, se escogieron varias “abejitas danzarinas” que, por turnos, informaron mediante sus bailes al resto de las abejitas obreras que no tuvieron ningún impedimento para encontrar el preciado tesoro. ¡Había botitos de miel para todos!!!
Karl R. von Frisch, en su libro “La vida de las abejas” escrito en 1969, y aun plenamente vigente aporta apasionantes datos sobre la organización de la colmena y sus componentes, como perciben los colores, como se orientan con ayuda de accidentes geográficos o como de comunican entre ellas, la función de las antenas además de interesantes datos muy útiles para el apicultor y apasionante para cualquier lector.
Pepe López Rondón.
Biólogo del Museo de Ciencias Naturales. MUNA. Museo de Naturaleza y Arqueología – Museos de Tenerife