Las semejanzas arqueológicas de Fuerteventura y Lanzarote suponen la primigenia arribada de un mismo grupo tribal norteafricano –los Majos o Maxies– cuya paulatina divergencia evolutiva se correspondió con la puesta en práctica de dos modelos adaptativos en dos medio ambientes insulares distintos, sobre un trasfondo sociocultural pastoralista y con la segregación típica de las sociedades tribales norteafricanas. Así, los Majos de Lanzarote habrían podido sostener el pastoreo y la agricultura de secano basada en la cebada mientras los Majos de Fuerteventura tuvieron que priorizar su cabaña ganadera en consonancia con la disponibilidad de recursos hídricos y pastizales.
Los lugares áridos como Fuerteventura, con una precipitación media anual situada entre 60 y 200 milímetros, hicieron plausible el pastoreo de ganado menor y el aprovechamiento de terrenos impermeables para captar corrientes superficiales intermitentes promovidas por la lluvia. Localizar y aprovechar el agua fue vital para su adaptación a las condiciones de aridez, porque sobreponerse a la escasez acuífera definió su organización sociocultural.
Los vasos cerámicos de Fuerteventura depositados en los fondos del Museo Arqueológico de Tenerife permiten desentrañarla explicando e interpretando sus características formales, como sucede con este recipiente de tendencia cónica de 37 centímetros de alto elaborado a mano, con cuello cilíndrico recto y fondo apuntado. El diámetro de su boca es de 15 centímetros mientras el diámetro del galbo alcanza los 27 centímetros. Su caracterización morfo-tipológica propició su uso como contenedor de agua.
El recipiente cerámico está decorado en el tercio superior de su pared externa con parejas de rectángulos delimitados de los que surgen, hacia la parte inferior, segmentos acanalados paralelos lineales levemente inclinados, y dos rectángulos contiguos incompletos. Entre ambos conjuntos se sitúa otra figura de trazado rectangular en cuyo interior fueron realizadas otras líneas acanaladas. Elementos decorativos que parecen representar una alegoría esquematizada de la lluvia cayendo de las nubes, propuesta nunca realizada hasta ahora en consonancia con el protagonismo que tenían los fenómenos pluviométricos para los Majos de Fuerteventura.
Dr. José Juan Jiménez González
Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife