El molino circular indígena de Canarias consta de dos piezas, planas en la zona de contacto y convexas en la externa, que presentan una perforación circular central. El orificio de la muela superior –que en ocasiones muestra un gollete– servía para introducir la materia que se deseaba triturar, mientras los pequeños hoyuelos practicados en su periferia se utilizaban para apoyar un palito de madera con el que se le confería movimiento rotatorio. A medida que cada una de estas oquedades quedaba desgastada por el uso se realizaba otra, cuya cantidad final oscila entre 2 y 8.
Molinos de basalto
Los molinos se fabricaban con basalto poroso, una roca magmática joven de gran dureza cuya composición fundamental consta de feldespato y piroxena, que se encuentra en forma de columnas hexagonales en zonas volcánicas. Su factura es áspera e irregular y su estructura es granulada fina y compacta dejando minúsculas oquedades que le otorgan un aspecto poroso o cavernoso. Los indígenas los labraban «con pedernales i con lajas de piedra viua» de los que existe información arqueológica. Tras extraer bloques de las canteras basálticas, los retocaban y pulimentaban para eliminar improntas groseras, estilizar sus contornos y facilitar su uso.
Funcionalidad, localización y dimensiones
Según las fuentes etnohistóricas, las semillas de cereal «molíanlas en unos molinillos pequeños que andaban a la mano las mujeres de una piedra negra mojeteada y fuerte» localizados en yacimientos arqueológicos costeros, de medianía y cumbres. Los molinos de mano miden entre 25 y 30 centímetros de diámetro, poseen un grosor medio de 5 a 9 centímetros y un agujero central de aproximadamente 7 centímetros. Sin embargo, han aparecido molinos con diámetros inferiores a 12 centímetros como ofrenda en contextos cultuales no domésticos, que fueron malinterpretados como ‘juguetes’ en el pasado.
Analogías canario-amazigh
E. Laoust cita que entre los bereberes de Marruecos la muela del molino se denominaba tasirt, con ligeras variantes según las distintas tribus. El más primitivo era el molino circular tipo Zemmour que ofrece las mismas características de nuestros ejemplares más conocidos: una muela de piedra –engarzada sobre otra fija– a la que se otorgaba movimiento con un palito denominado afus n-tsirt o fus n-tsirt, como ocurría en los poblados donde las mujeres molían cereales con molinos que giraban a mano.
Por el hueco del eje metían los granos que eran molturados entre las dos piedras, mientras la harina era arrojada sobre una estera situada debajo. Después la recogían e introducían en un saco que llevaban a casa, pues cada dos o tres días molían la cantidad necesaria. El molino también se usaba para machacar la sal y convertir en polvo la corteza que empleaban como curtiente, mientras además en Canarias se utilizó para triturar almagre, sal, caliche, carbón y picón.
Para André Adam, el molino de mano amazigh y el de Canarias se encuentran en todas las civilizaciones mediterráneas históricas. En el Norte de África su mayor difusión se promovió en época de la romanización, cronológicamente a inicios de nuestra Era.
Luis Diego Cuscoy in Memoriam.
Dr. José Juan Jiménez González, conservador del Museo Arqueológico de Tenerife