En las islas Canarias se edificaron estructuras habitacionales mediante una técnica de construcción que materializó su configuración externa e interna, solidez, sistemas de cierre y techumbre. Esos exponentes arquitectónicos indígenas cuentan con un amplio elenco, del que ahora destacaré los citados a continuación.
Las cabañas
Las cabañas descubiertas en todo el Archipiélago son fábricas sencillas de piedra con planta circular, semicircular u oval, destinadas al hábitat cuando no había cuevas para guarecerse.
Son viviendas de poca solidez erigidas con muros de piedra seca superpuesta, que a veces se apoyaban en bloques voluminosos del entorno, cubiertas con palos de madera y ramas secas.
Casas rehundidas
Este tipo de habitáculo, localizado preferentemente en Gran Canaria, llegó a constituir núcleos urbanos en Gáldar, Agaete, Telde, La Aldea y Arguineguín, entre otros. Los poblados de los antiguos canarios destacan por el elevado número de casas, la forma en que se distribuían e intercomunicaban con estrechos pasillos empedrados, rampas y escalinatas. Algunos ejemplos pueden verse en yacimientos como El Agujero, Cueva Pintada, Lomo Perera y Los Caserones.
Andrés Bernáldez cita en las «Memorias del reinado de los Reyes Católicos» sus nombres en lengua indígena: Araguacad, Aragüimes, Themensas, Atrahanaca, Atairia, Ataga, Atenaran, Afaganige, Areaganigui, Arecasumaga, Atasarti, Aeragraca, Arbenuganias, Arerehuy, Atirma, Aracuzem, Artubrirguasis, Artebirgun, Atamariaseid, Arteguede, Aregaieda, Aregaldar, Areagraja, Areagamasten, Areacho, Afurgad, Arehucas, Aterura, Atenoya, Araremigada, Aterbiti, Arautiagasia.
Por lo común, las viviendas cuentan con una planta exterior oval o semicircular y otra interna cruciforme que implica la excavación del terreno en el sitio donde se edificaba la casa. Luego levantaban las paredes con piedras seleccionadas que colocaban unas sobre otras, de forma que los muros eran gruesos, los parapetos interiores estaban enlucidos con un tegue de color blanquecino-ceniciento que las regularizaba y coloreadas parcialmente de rojo-almagre. Los techos se realizaban con vigas de madera superponiéndoles un entramado de lajas y una cubierta de tierra apisonada. En el suelo se han localizado huellas de hoyos circulares para encajar postes y sostener parte de la techumbre.
El interior atenuaba la amplitud térmica, garantizaban una temperatura equilibrada a lo largo del año y resguardaba del viento, la lluvia, el frío y el calor, gracias a su adecuada orientación.
Las casas hondas
Por esos mismos motivos, en Fuerteventura y Lanzarote son frecuentes las viviendas semisubterráneas con el piso interior rehundido y accesible mediante pequeños escalones y rampas. Los redactores de Le Canarien señalan un «gran número de aldeas y de buenas casas» cuyos restos han sido verificados en Pozo Negro y Zonzamas.
Por tanto, en estas edificaciones situadas bajo el nivel del suelo sólo una parte de las paredes sobresalía en el terreno. Los muros estaban realizados con piedras encajadas formando paredes de doble hilada rellena con áridos y ripio. El pavimento interior estaba constituido por tierra prensada para preservarlo de la humedad y las inclemencias externas.
La techumbre era abovedada, cubierta de sucesivas hileras de piedra hasta conformar una falsa cúpula aunque también podía cubrirse con troncos, ramas y mortero de tierra fina que -al mezclarse con agua- adquiría dureza y servía de aislante. La superficie interna era subdividida en estancias de planta multilobular y poco tamaño, mientras el exterior tenía una apariencia circular u oval.
Dr. José Juan Jiménez González
Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife