Las perspectivas que estudian la astronomía en las sociedades del pasado afrontan investigaciones que contribuyen a la explicación e interpretación de hallazgos, enclaves, y descubrimientos arqueológicos. Por eso, hoy sabemos que las sociedades canarias nativas desplegaron su cosmogonía en diversas pautas que dejaron su rastro en la arqueología del archipiélago, como la observación astral, el cómputo del tiempo, los mitos y deidades celestes, los cultos religiosos y la ideografía de los rituales premonitorios.
Las fuentes de documentación arqueoastronómica y etnoastronómica de Canarias proceden de disciplinas como arqueología, etnohistoria, antropología, astrofísica, geografía, etnología y etnografía, que han sido valoradas para contrastar aspectos derivados de la información arqueológica e histórica contribuyendo a su análisis, explicación e interpretación sociocultural, como sucede tantas partes del mundo donde estas investigaciones gozan de un gran seguimiento en la actualidad.
En Canarias los indígenas relacionaban la salida y el ocaso del sol, la luna, algunos planetas, estrellas y constelaciones, con elementos del paisaje de las islas y su perfil orográfico sobre el océano. Por ello orientaron y alinearon astronómicamente algunos yacimientos arqueológicos, con la finalidad de establecer sus calendarios, organizar las actividades productoras de alimentos, sus prácticas sociales y creencias, que constatan cómo empleaban una especie de “ventana estelar” abierta al firmamento que les permitía la observación de elementos astrales para implicarlos con hitos orográficos. En esos lugares edificaban santuarios y puntos de observación, adoratorios, templos e incluso necrópolis, relacionándolos con los astros, el territorio, la topografía y el paisaje, destacando montañas, degolladas, acantilados, volcanes, sierras, roques, pitones e, incluso, algunas de las islas vecinas que emergen en el horizonte marino.
Del desarrollo del modelo de calendario se puede inferir el tipo de actividad productiva de las sociedades antiguas, pues cuando las construcciones u otros elementos están relacionados con el solsticio de invierno suelen predominar las prácticas ganaderas, mientras que si se combinan el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, posiblemente exista un modelo organizativo agropecuario, que hemos de reconfirmar a través de los registros arqueológicos fiables disponibles.
Ejemplos de esta perspectiva son Risco Caído y el almogaren del Bentayga en Gran Canaria, la estación rupestre de Masca en Tenerife, el conjunto de El Julan en El Hierro, las Toscas del Guirre en La Gomera, el Lomo de las Lajitas en La Palma, la Estela de Zonzamas en Lanzarote y la montaña de Tindaya en Fuerteventura, entre otros tantos.
Dr. José Juan Jiménez González
Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife