Jueves 25 de Febrero a las 19.00 h.
Salón de Actos del Museo de la Naturaleza y el Hombre
Autores: Alfredo Mederos Martín y Gabriel Escribano Cobo
Ediciones IDEA.
La presentación correrá a cargo de Carmen del Arco Aguilar, Catedrática de la Universidad de La Laguna.
Sinopsis
Está constatada la explotación de la púrpura y de la pesca por parte de los primeros fenicios instalados en Málaga, Cádiz y Huelva desde los siglos X-IX a.C. proceso de colonización que afectó a las costas de la PenínsulaIbérica, como mínimo, entre Alicante y Lisboa en Portugal, al igual que en el Norte de Marruecos en Lixus, junto a la actual Larache, que les otorgó el control del Estrecho de Gibraltar y la salida al Océano. Desde estos puertos del Atlántico, Cádiz, Huelva, Ayamonte, Tavira, Lisboa o Lixus, se debió explorar hacia el Sur la costa africana, buscando primero materias primas como el marfil de elefante, e identificando pronto la presencia en el Sur de Marruecos y Canarias de la Stramonita haemastoma para la elaboración de la púrpura rojo escarlata, islas que identificamos con las Purpurarias, o que el oro aluvial ascendía por rutas terrestres desde los ríos Senegal y Gambia. Esta frecuentación supuso la aparición de asentamientos ocupados temporalmente como el islote de Mogador, la actual Essaouira, al menos entre los siglos VII-VI a.C. o el descubrimiento de la riqueza pesquera entre la bahía de Agadir y las islas Canarias por la presencia del Banco Pesquero Canario-Sahariano, sin necesidad de descender a la costa del Sahara Occidental entre Cabo Bojador y Cabo Blanco. Con el abandono de Mogador a finales del siglo VI a.C., debió producirse un primer asentamiento estable de población en las Islas Canarias, que tenemos al menos confirmado en Lanzarote y Tenerife. Durante la hegemonía de Cartago se fueron produciendo distintas exploraciones de la costa africana, los periplos de Hannón y Ofelas, vinculados en parte a la búsqueda de las fuentes productoras del oro aluvial para poder pagar el ejército mercenario cartaginés. Finalmente, con la instalación de un patrón monetal de oro en Roma por Augusto, se precipitó una nueva colonización de las Islas Canarias, intensificándose la guerra contra los Cántabros y Astures, dirigida por Augusta entre el 26-25 a.C., explorándose la ruta al oro africano desde el Mar Rojo con la campaña de Elio Galio entre el 25-24 a.C. y finalmente, con la cesión por Augusto del reino mauretano a Juba II, a finales del 25 a.C., o inicios del 24 a.C., le encargó la inmediata exploración de la fachada atlántica norteafricana.