Dentro del curso “Detectives de la Naturaleza”: “Descriptio urbis: naturaleza y cultura en ciudad”.
El nombre de la ciudad evoca a la propia naturaleza, un río, que por la acción humana, fue descubierto durante el mes de enero de 1502. Parece que la simpleza del nombre de la ciudad parezca unir para siempre al ser humano con ese medio natural rodeado de océano, recorrido por kilómetros de playas, presidido por una bahía y coronado de picachos poblados por la espesa vegetación de la mata atlântica.
En ese paraíso visual existe una ciudad desde 1565, fundada, entre otros, por el tinerfeño Padre Anchieta. Ha sido objeto de la codicia de los franceses, que en reiteradas ocasiones la desearon arrebatarla a los portugueses. Como uno de los primeros grandes puertos de las Américas, fue un importante centro esclavista hasta 1888, lo que garantiza la fuerza de la cultura negra, pero ha recibido movimientos migratorios de diversas procedencias desde el siglo XIX. Todo ello configura un alma carioca, una forma de sentir única y exclusiva, donde el encuentro de culturas, inmortalizada en la música, define una cultura rica y variada, a escala humana, donde el telón de fondo es siempre la Naturaleza salvaje.