En el Museo de la Naturaleza y el Hombre, concretamente, en el módulo dedicado a los fósiles vivientes, se exponen algunos animales y plantas que han sobrevivido durante millones de años manteniendo casi inalteradas sus características genéticas, su morfología externa y su estructura interna, como es el caso del cangrejo cacerola.
Sus ancestros se remontan al Devónico, es decir, hace casi 400 millones de años.
Su arcaico aspecto y su medio de vida marino recuerda a los cangrejos, con los que, curiosamente, no les une ningún parentesco. La clasificación animal lo enclava en la Clase Merostomata.
Esta reliquia viviente se distribuye a lo largo de la costa este norteamericana y Golfo de Méjico desde su límite septentrional, Nueva Escocia (Canadá) hasta la Península del Yucatán (Méjico).
Frecuentan costas arenosas y profundidades relativamente someras, hasta 30 metros de profundidad. El desove y los primeros estadios de vida tienen lugar en playas arenosas de poca inclinación.
Las hembras, de mayor tamaño que los machos, pueden alcanzar 60 cm de longitud y 1,8 kg de peso. Son muy longevos, hasta 30 años.
El cuerpo, en forma de herradura, se divide en caparazón y abdomen terminado en espina caudal larga y móvil. El caparazón, fuertemente blindado, es portador en su parte ventral de cinco pares de patas, de los cuales cuatro, terminan en forma de garras y uno, en forma de potentes pinzas especializadas en la alimentación. Los seis pares de patas del abdomen tienen forma de remo para facilitar los desplazamientos y son portadores de las branquias.
Pasan la mayor parte del día enterrados en la arena, alimentándose por la noche de moluscos bivalvos, gusanos y otros invertebrados.
Avanzada la primavera los cangrejos cacerolas se reúnen en gran número en la playa para desovar. Las hembras ponen entre 15.000 y 90.000 huevos de unos 3 cm separados en 20 puestas que son inmediatamente inseminadas y enterradas bajo 15 o 20 cm de arena. La madurez se alcanza a la edad de 9-12 años después de haber mudado entre 12 y 18 veces.
Son extremadamente especializados en sus requerimientos de hábitat, que debe ser rico en carbonato cálcico y temperaturas poco fluctuantes.
La sangre o hemolinfa de los cangrejos cacerolas contiene células llamadas amebocitos, que liberan una sustancia coagulante al detectar endotoxinas bacterianas. Se utiliza en medicina para detectar enfermedades bacterianas y contaminación en productos farmacéuticos. La técnica de extracción de hemolinfa se realiza sobre ejemplares vivos que, posteriormente, son liberados donde fueron capturados.
Aunque se estima su población actual en varias decenas de millones, se ha observado en estas últimas décadas una importante regresión poblacional. Las estrictas condiciones medioambientales que requieren en su hábitat han sufrido drásticos cambios generados por el preocupante cambio climático, afectando visiblemente los periodos de puesta. Por otro lado, se ha comprobado que las poblaciones “ordeñadas” para la extracción de hemolinfa sufren, de vuelta a la naturaleza, mortandades de entre 5 y 15 %.
Desde 2001 al estado de conservación de la especie le corresponde P en peligro de extinción.