En esta actividad el relato y la noticia falsa cobran protagonismo; pero su finalidad es meramente lúdica y educativa –y más en los tiempos que corren–, siendo su único propósito el entretenimiento, despertar la imaginación y el espíritu crítico. Aprender a discernir lo que es real frente a lo que no y, sobre todo, separar la paja del centeno (o grano).
Contempla la imagen, lee el texto y sigue las instrucciones; porque, a veces, las cosas no son lo que aparentan y quitando el ornamento podrás darte cuenta que subyace otra realidad.
Admito que siempre me llamó poderosamente la atención ese ojo centralizado, ni derecho ni izquierdo, que se encuentra en lo más alto de la fachada de un céntrico inmueble de Santa Cruz.
Sé de buena fuente que es un ojo singular, aparentemente humano, aunque nunca parpadea… Aun así, si te atreves a mirarlo fijamente, hasta tal punto de concentración que el ruido de la calle se confunda con el del torrente sanguíneo en tu oído, te podrá revelar cosas que no están escritas en ningún libro.
El ojo lleva ahí mucho tiempo y por eso sabe innumerables historias que transcurren en la calle. Ya fuere a plena luz del día o al amparo de las más oscuras sombras de la madrugada. Noticias llegadas desde lo alto o de las mismísimas alcantarillas. Porque, no sé si te lo he dicho, pero este ojo también tiene la virtud de ver en la oscuridad. Allí donde anida lo más abyecto del ser humano y que nunca te atreverías a encarar.
Cuentan que Joaquim y Boaz fueron dos hermanos gemelos que perdieron el norte y terminaron con sus huesos en las tierras meridionales, donde dicen que moran los últimos atlantes. Que pensando retornar a su tierra colmados de gloria y con algún sustancioso botín, solo encontraron rechazo entre sus semejantes, sobre todo entre aquellos que reprobaban su osadía. Sin embargo, como único testimonio de su epopeya personal, aparte de los arcones llenos de polvo y mucha “hambre vieja”, se apropiaron de un gran ojo de piedra, arrebatado a una colosal efigie del Maestro Hiram: ¡El Modelador!
Solo el tiempo puso las cosas en su sitio. Y los osados aventureros perpetuaron su memoria en dos pilares que sustentan el irresoluble tablero de la vida y cuyos solemnes pasos te encaminarán hacia la casa de La Sabiduría.
Ahora, hagamos un ejercicio mental, extrayendo el elemento “absurdo” de esta instantánea e intentando dar respuesta a las siguientes preguntas (busca ayuda si lo estimas necesario):
Acto seguido, introduce de nuevo el elemento “absurdo”, contesta a las mismas preguntas planteadas, dejando volar tu imaginación.
Ya tienes los ingredientes básicos para crear dos historias: una basada en hechos verídicos y contrastados, frente a otra donde la inventiva cobra protagonismo.
Déjanos la propuesta que quieras y comenta las que vayan apareciendo, generando (si se puede) un debate virtual.