Registro de salida: «Teléfono de baquelita»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
Teléfono antiguo
 
 

Teléfono de baquelita [23. 2015. 239]


Esta nueva pieza que protagoniza nuestro REGISTRO DE SALIDA constituye, por su material y diseño, todo un icono del siglo XX y, hoy por hoy, casi un objeto de culto. Sus dimensiones son de 24 x 15 x 14 cm y su material es la baquelita (o baekelita): una sustancia plástica totalmente sintética creada en 1907 y así llamada en honor a su creador, Leo Baekeland, estadounidense de origen belga.

El primer teléfono de baquelita (el DBH 1001 que data del año 1931) fue fabricado por Ericsson. Este material favorecía una producción masiva y, con el tiempo, los modelos fueron evolucionando en formatos y colores, dejando atrás materiales como la madera o el metal.

Pertenece a un pasado, no tan remoto, de cuando los teléfonos únicamente se utilizaban para hacer llamadas. Un rápido y vertiginoso desarrollo tecnológico que nadie hubiera imaginado ha propiciado la transformación de este modelo en los diseños actuales. Teléfonos que caben en una sola mano y permiten acceder a un sinfín de posibilidades: leer las noticias, usar como despertador, saber qué tiempo nos espera para mañana, hacer operaciones con tu cuenta bancaria, reservar una mesa para cenar, comprar un pasaje de avión, … además de, por supuesto, llamar y ser llamados.

La inmediatez e instantaneidad con la que nos contactamos en la actualidad, incluso las diversas maneras en las que lo hacemos tecnológicamente, no siempre estuvieron presentes. Pero la implantación del teléfono como sistema de comunicación no tuvo lugar de la misma manera ni a la misma velocidad en los diferentes países del globo. Mientras se iban asentando las pocas líneas telefónicas en las ciudades más importantes de Estados Unidos e Inglaterra, en el siglo XIX en España, el telégrafo seguía siendo el dispositivo que solucionaba las necesidades de conectar puntos del mapa.

Tampoco hubo un proceso igualitario en cuanto al modelo de instauración. En nuestro país, se alternaron las perspectivas de mercado liberales con las conservadoras durante ese siglo y ello implicó que unas veces se diera paso a los esfuerzos económicos privados y, otras veces, fuese el Estado el que interviniese con fondos públicos para facilitar la implantación; cuando no una combinación de ambas dinámicas. La prioridad fue para los edificios públicos, pero aquellos particulares que se lo pudieron permitir comenzaron a solicitar líneas para sus domicilios, oficinas y propiedades en el campo, con el inconveniente de no poder conectar puntos que distaran más de 10 km.

En una España empeñada en la modernización, la decisión de Juan de la Cierva, Ministro de la Gobernación en 1907, fue decisiva para impulsar la explotación telefónica de la mano de Ayuntamientos, Diputaciones y Cabildos que pasaban a poder ser titulares del servicio telefónico en sus territorios. Gran Canaria y Tenerife aprovecharon la reforma que con rango de ley permitía a dichas instituciones incentivar la instauración de líneas telefónicas. Con el paso del tiempo, y el impulso económico de importantes banqueros españoles, terminó fundándose la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) en 1924.

La CTNE tuvo que concentrar sus esfuerzos, primeramente, en proveerse de equipos y otras infraestructuras necesarias que fueron fabricadas por empresas extranjeras. Una de ellas fue la compañía belga Bell Telephone MFG Company, cuyo nombre puede verse con claridad, resaltado en dorado, en el lateral del teléfono. Este aparato en concreto incorporaba el dial de marcación al cuerpo principal y ubicaba el auricular en la parte superior en sentido transversal. El dial fue todo un avance tecnológico, el de la conmutación automática, que permitía hacer llamadas directamente sin necesidad de una telefonista. En los comienzos de este nuevo sistema fue necesario publicitar cómo se utilizaban estos teléfonos, realizándose incluso demostraciones públicas.

Este teléfono es probable que esté en relación con modelos como el RTT 56B Poste National, introducidos en el mercado a partir de 1956 por la compañía belga. Sobrios en su diseño, la única decoración que presentaban rodeaba el cuerpo principal del aparato y consistía en líneas finas doradas simulando flores de grafía sencilla. Las campanillas del timbre se situaban en el interior de la carcasa provocando una sonoridad característica que hoy resulta arcaica en comparación con la variedad de tonos que podemos elegir para nuestros dispositivos telefónicos sean móviles, inalámbricos, modernos o de estilo retro.

Si bien este objeto puede ser visto como un símbolo de modernización en las comunicaciones, o como un hito en la evolución de la ingeniería telefónica, no es menos cierto que en un sentido menos técnico, nos interpela sobre nuestras propias costumbres actuales en lo que a las relaciones interpersonales se refiere. Hoy, cuando la mensajería instantánea y aplicaciones variopintas nos brindan la oportunidad de interacción con nuestros contactos mediante emoticonos, mensajes de voz, videollamadas, fotografías e incluso historias que se esfuman en 24 horas; teléfonos como el de este REGISTRO DE SALIDA nos provocan cierto extrañamiento. Desde el hecho de imaginarnos quietos en el lugar donde estuviera ubicado el dispositivo, anclado a la línea a través de su cable marrón, o la sorpresa de no saber quién nos llama hasta descolgar, pasando por los gestos para poder marcar, radicalmente distintos a los táctiles o de reconocimiento de voz de nuestros dispositivos actuales…, todo nos habla de una relación objeto-cuerpo, cuerpo-objeto, más inevitablemente háptica o, al menos, más alejada de la idea del dispositivo telefónico como extensión de nuestro propio cuerpo, en una suerte de cyborgs. Por no ahondar en la posibilidad de que las conversaciones que pudieron tener lugar a través de aparatos como este, adquirido por compra para una exposición del Museo titulada El Pasado en el Presente (2001), son en sí mismas ya, quizás, un patrimonio inmaterial al borde de la extinción, una rara avis o una habilidad por recuperar.

Para saber más:

Nadal Ariño, J. (2008). El nacimiento del teléfono en España. Las dificultades del crecimiento de un nuevo sistema de comunicaciones, 1880-1924. Cuadernos de Historia Contemporánea, 29