En un pueblo debe contar, para dar fe de su fortaleza y de sus virtudes, su fidelidad al pasado y a la tradición. Fidelidad a un modo de ser, a unas formas de vida, a unos hábitos y a unas técnicas.
Dentro de esas técnicas, las más nobles, las más fieles, las más seguras, las más llenas de autenticidad, vienen a ser las artes manuales, donde la mano lo hace todo, guidada por el gusto y la belleza.
La Gomera es un singular paradigma de fidelidad a un pasado ennoblecido por la conservación de viejas técnicas. Y entre todas, la más representativa y puro, la de la alfarería. La alfarería de Chipude y El Cercado es una reliquia en la que el barro modula, con el viento errante entre la montaña y el frescor vegetal, la vieja canción que cantó la mujer antigua, mientras sus manos sabias, hábiles y sensibles, hacían brotar la milagrosa forma de los cuencos rojos horneados con olorosas y crepitante leña de jara.
El milagro del remoto ayer se sigue repitiendo hoy –milagro que no cesa- gracias a Guadalupe, de sabias, hábiles y sensibles manos. Cuidemos de esas manos. Dejar morir la alfarería gomera sería tanto como romper la más fina atadura que sujeta la isla, todavía, a su más hermoso pasado.”
Luis Diego Cuscoy