Unas de las prioridades de los Reyes Católicos fue la unidad religiosa de sus territorios, lo que implicó la evangelización de los habitantes de la isla, un proceso que se había iniciado antes de la conquista a través del eremitorio franciscano establecido en el menceyato de Güímar. Así se configuró un nuevo marco religioso, el católico, frente al pagano de las creencias aborígenes, si bien en los momentos inmediatamente posteriores a la conquista, la cristianización de estos fue más una aceptación formal de los ritos y prácticas cristianas que un pleno conocimiento de sus dogmas. El punto de partida de esa aceptación la sitúan los cronistas en la aparición de la Virgen de Candelaria en el menceyato de Güímar.
Mediante bulas papales y el establecimiento de órdenes religiosas entre los siglos XV al XVIII, las islas se incorporarán a la tradición católica.
La evangelización, el asentamiento de órdenes religiosas y el peso de la religión en la sociedad de la época, colaboraron en la configuración de un patrimonio artístico compuesto por obras de arte de carácter religioso que reforzarán las creencias de sus habitantes. Ejemplo de este patrimonio lo constituyen las pinturas localizadas en este ámbito.