Literatura, música e historia
Amenizado por Ernesto Rodríguez Abad y Omaira Afonso
Vuelven los «Nocturnos» al Museo. En la estación de verano, convocamos, tanto a asiduos como a nuevos usuarios de esta longeva actividad, a acercarse al museo bajo la fórmula puesta en marcha hace dieciséis años que combina historia, música y literatura y que confirma que es posible desencadenar las potencialidades emotivas del patrimonio y que la distancia más corta entre nosotros y la verdad puede ser un cuento.
Hemos contado y cantado, estación tras estación, historias del panorama insular sobre la emigración, la esclavitud, los volcanes, los científicos, las mujeres poetas, la alimentación y la cultura, los ataques piráticos, los oficios… En el 2012, se puso en marcha «La hucha de ideas», un mecanismo de «escucha activa» para recoger las demandas del público. De ahí ha salido, precisamente, el tema de esta ocasión, que complementaremos con algunas piezas de las colecciones salidas del almacén para la ocasión.
Nunca el mar Atlántico ha sido tan dulce como aquel de los siglos XVI y principios del XVII. Los barcos comerciales que zarpaban de los puertos canarios con las bodegas cargadas de grandes bloques de azúcar, dibujaban sobre la superficie salada estelas blancas de golosina. Desde la vecina Madeira, llegó el cultivo de este nuevo producto. El paisaje agrario de las islas comenzó a transformarse y pronto la caña de azúcar verdeó en las mejores tierras y los trapiches e ingenios empezaron a producir un azúcar de alta calidad. Así mismo, el paisaje humano se enriqueció con los aportes culturales de quienes conocían el cultivo de la caña y vinieron trasplantados con ella. Los sabores de nuestra cocina también recibieron esta dulce influencia; el bienmesabe, las rapaduras, el ron de caña, todo tipo de confituras y postres… son una rica herencia a degustar en cualquier ocasión propicia; el azúcar es sinónimo de fiesta.
El Museo de Historia y Antropología de Tenerife quiere celebrar el regreso de los «Nocturnos» con una velada que promete ser golosa para la vista, acaramelada para el oído y bombón para el gusto; el sirope perfecto para coronar, según las recetas más deliciosas, una noche llena de historia y cuentos.