Muchos son los autores que hablan de las manifestaciones musicales de las antiguas poblaciones que habitaban el archipiélago antes de la llegada de los españoles. Se enumeran una serie de instrumentos de carácter muy primitivo de los cuales ninguno ha llegado hasta nuestros días. Se hace alusión a membranófonos como algunos tambores y variantes de panderos y a idiófonos entrechocados, sonajas, etc. Los ritmos y géneros interpretados han sido estudiados por los especialistas que detectan reminiscencias prehispánicas en algunas de las variantes folclóricas que perduran en las islas.
A raíz de la colonización se introducen otras variedades de instrumentos de la familia de los cordófonos y aerófonos, así como nuevas modalidades de membranófonos más complejos que los usados por las poblaciones nativas. La gran mayoría de ellos, sobre todo los usados en la “música culta”, han desaparecido o evolucionado en otros instrumentos que perduran, en algunas ocasiones, en la música popular. Tambores y bombos, panderetas y panderos o sonajos, castañuelas y chácaras, pitos y flautas, guitarras, laudes y timples sobreviven, la mayoría de las veces, en la música del pueblo llano, aunque las fronteras entre las dos modalidades de música aludidas son cada vez más difusas.
La actividad museística de “Nocturnos” en esta estación de verano pretende dar a conocer, entre otras cosas, parte de la colección de instrumentos que conserva entre sus fondos. Habrá, como siempre, tiempo para la narración, para la docta instrucción y para la música, en esta ocasión, con la participación de Fabiola Socas quien, en un inusual ejercicio musical, arrancará sonidos a algunos de los instrumentos de la colección del Museo.