Título de la estación de otoño: «De la apostasía a la herejía»
Las instrucciones eran claras y así fueron grabadas a fuego en las ajadas páginas que componían el Manual del Inquisidor: «conviene que una gran multitud asista al suplicio y a los tormentos de los culpables, a fin de que el temor les aparte del mal». Erradicar la herejía, fuera cual fuera el rostro con el que se mostrara, luchar contra la blasfemia y la lacra del protestantismo en esta tierra de frontera, el paganismo, la práctica de la hechicería, las artes «brujeriles», la frecuente bigamia y un largo etcétera… fueron los demonios a batir por parte de la Inquisición en Canarias que, desde el año 1505 y durante tres siglos, se alzó con el poder de vigilar, controlar, castigar y extirpar cualquier desorden que atentara contra la fe cristiana. Una institución que, pese a ocuparse de asuntos poco terrenales, tuvo que lidiar con las peculiaridades de un territorio fragmentado y de tránsito para muchos (como fue Canarias en esos siglos), además de requerir de una organización y una financiación más mundanas que divinas para el desempeño de sus obligaciones.
Les invitamos a que asistan a este auto de fe en el que la Inquisición en Canarias será el objeto de nuestra pesquisa. Como jueces comprensivos, nos acercaremos a su historia y seremos ecuánimes a la hora de dictar sentencia. No habrá madera para hogueras, pero sí la lumbre que el Museo de Historia y Antropología de Tenerife nos proporcionará para ver y aprender de nuestro pasado.
Esperamos que esa gran multitud de la que hablaba el Manual del Inquisidor asista, pero sin suplicio y sin tormento, los próximos 7 y 8 de octubre a disfrutar del «Nocturnos de Otoño», un habitual ya en nuestra programación, en la que este año hemos decidido visitar patios como fondos de escenario de los temas elegidos. Así, para esta ocasión, nos acercaremos al patio del Archivo Diocesano, colaboradores en este evento, para acabar en el patio del Museo.