Museo de Historia y Antropología de Tenerife (Casa Lercaro)
22 de enero al 20 de abril de 2025
Inmovilizar el tiempo. Objetos restaurados de Museos de Tenerife
Muestra temporal itinerante
La segunda muestra expositiva de este proyecto se presentará en la Casa Lercaro, sede del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT), a partir del 22 de enero.
En esta ocasión se expondrá por primera vez la recién restaurada capilla domiciliaria de la familia de Montemayor que ha formado parte de los fondos de este museo desde 1995.
«Inmovilizar el tiempo: Objetos restaurados de Museos de Tenerife» persigue mostrar al público visitante el arduo proceso de conservación-restauración que hay detrás de muchas de las piezas de nuestros fondos, no sólo para preservarlas de los efectos demoledores del paso del tiempo sino para ponerlas en valor, desvelando sus contextos y significados pasados.
Igualmente, busca divulgar los fundamentos científicos, técnicos y artísticos que sustentan la labor de los profesionales de la conservación-restauración, así como las inquietudes, retos y esperanzas de este colectivo tan poco conocido, incluso dentro de los ámbitos museísticos. En este esfuerzo el Área de Conservación-Restauración no ha estado sola, nos han acompañado, codo con codo, el resto de profesionales que integran Museos de Tenerife. Hacer exposiciones es un trabajo de equipo.
Esta exposición también se ha podido llevar a cabo gracias al apoyo del programa Nuevas Oportunidades de Empleo (NOE), que nos ha proporcionado el personal técnico necesario para acometer un mayor número de intervenciones de restauración y sus objetivos se alinean con tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: educación en calidad; trabajo decente y crecimiento económico; y ciudades y comunidades sostenibles.
Capilla domiciliaria de los Montemayor
La capilla restaurada se puede inscribir dentro del grupo de las denominadas capillas domiciliarias y es una copia en miniatura de las capillas de tradición neoclásica de las iglesias.
Sus dimensiones y los objetos cultuales a ella vinculados hacen pensar que no se trataba de una capilla domiciliaria itinerante sino de una fija, elaborada para ponerse en una parte de la casa dedicada a los ritos y al culto familiar.
Su virgen, una Dolorosa transida de dolor que se lleva las manos al pecho, parece inspirada en la talla de José Lujan Pérez que hay en la Iglesia del Pilar de Santa Cruz de Tenerife. Este escultor canario del siglo XVIII esculpió numerosas imágenes religiosas que se encuentran repartidas por todo el archipiélago, fundamentalmente en Gran Canaria de donde era oriundo. Su particular estilo influyó a muchos escultores contemporáneos como Fernando Estévez, su alumno más destacado y el máximo representante del neoclasicismo en Canarias.
La evidente influencia neoclásica que se observa, tanto en la concepción exterior de la hornacina de madera, como en la referida imagen de la Dolorosa, nos lleva a fechar su construcción en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, la información aportada por la familia, no ha permitido datarla con mayor precisión.
¿Cuándo surgen las capillas domiciliarias en Canarias? No lo sabemos, pero todos los indicios apuntan a los inicios de su colonización, siguiendo la tradición castellana de las imágenes de campaña.
Estas pequeñas imágenes que acompañaban a las huestes o tropas castellanas durante sus escaramuzas y campañas militares, eran la única forma que tenían de mantener el culto religioso, cuando acudir a un templo debidamente consagrado era inviable. Más tarde, estas capillas pasaron a formar parte de una estrategia de adoctrinamiento y de lucha contra el protestantismo propulsada desde el estado. No obstante, es en su función como vehículos de expresión de una religiosidad popular donde adquieren su importancia y arraigo.
Esta religiosidad se ciñe a un ritual pautado que está dirigido a garantizar, mediante la realización de ofrendas propiciatorias o compensaciones −te doy a cambio de− que se cubran las necesidades básicas de sus practicantes: protección contra la enfermedad, la infertilidad y las catástrofes, y proporcionar trabajo y abundancia. Son prácticas rituales privadas, alejadas de la intermediación de los clérigos y, por tanto, con cierta autonomía, cuya finalidad, eminentemente práctica, es establecer un diálogo directo con lo sobrenatural.