El archivo, una de las instituciones centrales del ordenamiento social de la Modernidad, atraviesa un periodo de significativas trasformaciones en su naturaleza, funciones y usos sociales. Bajo los efectos combinados de los cambios en las estructuras sociopolíticas y económicas de las últimas décadas y de las innovaciones en las tecnologías de la información, el archivo se ha transformado de forma sustancial para, no obstante, seguir siendo una pieza clave de la estructuración de la vida en las sociedades tardocapitalistas. La introducción de las nuevas tecnologías en la gestión del archivo, el crecimiento exponencial de la capacidad de almacenamiento que proporcionan los soportes digitales y la democratización de la capacidad de guardar y mantener en esos formatos memorias individuales y colectivas son, entre otros, aspectos relevantes de la importancia social del archivo en la cultura contemporánea.
Sin embargo, el innegable impacto de los nuevos dispositivos de acumulación y gestión de datos y documentación es normalmente contemplado sólo en sus, a menudo deslumbrantes, dimensiones tecnológicas. Y, de esta forma, el grueso de los debates sobre el archivo en la actualidad remite a la mayor o menor eficacia de los nuevos dispositivos. En consecuencia, el énfasis de las actividades en torno al archivo -cursos, seminarios, congresos se coloca en la discusión de estos aspectos operativos y en proporcionar una mayor cualificación técnica a legos e iniciados.