Título de uno de los ámbitos más destacados de la exposición permanente de la sede de la Casa Lercaro del Museos de Historia y Antropología de Tenerife
En la época en la que tiene lugar la conquista de Tenerife, unas de las prioridades de los Reyes Católicos era la unidad religiosa de sus territorios. Esa prioridad implicó la evangelización de los habitantes de la isla, un proceso que se había iniciado de manera misional antes de la conquista a través del eremitorio franciscano, que se estableció en el menceyato de Güímar. Tras ella, se configuró un nuevo marco religioso: el católico, frente al «pagano» de las creencias aborígenes.
En los momentos inmediatamente posteriores a la conquista, la cristianización de los aborígenes fue más bien una aceptación formal de los ritos y prácticas cristianas que un pleno conocimiento de sus dogmas. El punto de partida de esa aceptación la sitúan los cronistas en la aparición de la Virgen de Candelaria en el menceyato de Güímar.
Mediante bulas papales y el establecimiento de órdenes religiosas como franciscanos, dominicos, agustinos o jesuitas, desde el siglo XV al siglo XVIII, las islas se incorporarán definitivamente a la tradición católica.
Además, al igual que en el territorio peninsular, la Inquisición velará por los buenos hábitos del católico insular.
La evangelización, el asentamiento de órdenes religiosas y el peso de la religión en la sociedad de la época, colaboraron en la configuración de un patrimonio artístico compuesto por obras de arte de carácter religioso que reforzaran las creencias de sus habitantes. Así, por ejemplo, las órdenes tuvieron que llenar sus iglesias de cuadros y esculturas de iconografía religiosa que colaboraran en la evangelización de las almas, y lo hicieron ayudados por el mecenazgo y patronazgo de particulares que ven en ello el camino a su salvación. En la primera etapa la mayor parte de esas obras fueron importadas de Europa, como es el caso de las pinturas localizadas en la sede de la Casa Lercaro del Museo de Historia y Antropología de Tenerife.
Entre esas obras pictóricas destaca el óleo sobre tabla de Joos van Cleve (c. 1535-40) «San Jerónimo en su estudio».
San Jerónimo, uno de los santos padres de la Iglesia, tuvo una gran repercusión iconográfica en el arte pictórico de los Países Bajos del siglo XVI, a partir de los modelos de Quentin de Metsys y Alberto Durero siendo el creado por este último maestro ?realizado en 1521? el que inspiró a van Cleve en la creación de numerosas obras sobre el santo, como la que se conserva en la sede de la Casa Lercaro.
Cabe destacar que estas tablas flamencas fueron una de las más genuinas expresiones de las relaciones comerciales entre Canarias y Flandes.