El Museo de Historia y Antropología de Tenerife posee una variada colección cartográfica de mapas históricos de los últimos siglos de las islas Canarias, representadas individualmente, como archipiélago, como un territorio próximo a la costa norteafricana o como un minúsculo territorio en la inmensidad del mundo. Si hay un concepto capaz de aglutinar todas estas visiones del territorio insular ese es el de «islario», utilizado como título para el libro recientemente editado sobre tan excepcional colección.
En efecto, nos encontramos ante un islario de Canarias compuesto por la magnífica colección de Ulrich Ahlers ─depositada generosa y desinteresadamente por su familia en el museo desde 1993─ y por la propia colección del museo cuyo objetivo siempre fue completar y complementar a la anteriormente citada, compuesta por mapas elaborados por autores de la talla de Münster, Grumilla, Borda, Buch, etc.
Animado por su interés en el conocimiento de las islas, Ulrich Ahlers mostró desde muy joven una abierta pasión por recopilar mapas de Canarias, que fue adquiriendo en sus viajes por Europa (Reino Unido y Alemania, fundamentalmente) y en anticuarios del Rastro de Madrid. El denominador común de todos ellos es el concepto de islario, es decir, las islas representadas desde diferentes puntos de vista.
¿Qué es un islario?
A este respecto conviene recordar que fue en la Edad Media cuando los papas asumieron, en virtud de su propia «autoritas», la competencia de atribuirse libremente el dominio sobre las islas y archipiélagos que no dependían de poder civil alguno. Entre otros muchos, fue este el caso del Principado de la Fortuna concedido a Luis de la Cerda sobre el territorio de las islas Canarias, constituyéndose en un feudo papal. Este hecho propició la paulatina representación de las islas, alcanzando su punto álgido en el Islario de Benedetto Bordone, una de las piezas más destacadas de la colección del museo, que igualmente constata que fue el resultado de unas técnicas de navegación sofisticadas en base a la utilización de la brújula, que había perfeccionado el imán poco fiable de la Antigüedad Clásica.