El Museo de Historia y Antropología de Tenerife se suma a los actos conmemorativos que el mundo de la cultura viene organizando para conmemorar la efeméride del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, acaecida un 22 de abril de 1616 y cuyo epitafio pudo haber escrito tres días antes cuando en la dedicatoria de su Persiles sentenció: «El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir».
Por ello, con motivo de la edición del «Nocturnos de Primavera», el Museo rinde homenaje al inmortal autor de El Quijote con la muestra «De Pluma y Rocinantes», integrada en su totalidad por piezas pertenecientes a la colección de Jesús F. Luis – Ravelo González. Sin querer entrar en detalles relativos a cada uno de ellas, estas piezas ahondan en la universalidad de la vida y obra del manco de Lepanto, especialmente del El Quijote, la segunda obra más traducida de la historia después de la Biblia.
La biografía de Cervantes ofrece contrastes y notas que ayudan a comprender el sentido de El Quijote, una novela cuya edición más antigua de la primera parte fue la publicada por Juan de la Cuesta, en Madrid, en 1605. En ese mismo año, el citado editor preparaba ya una segunda edición, con el añadido, en los capítulos 23 y 30, de dos largos pasajes escritos por el propio Cervantes en los que se relataba el robo del rucio de Sancho por Ginés de Pasamonte.