Con motivo de las fiestas de la Bajada del Socorro, en Güimar, se inaugura la exposición "Agua que has de beber", del MHAT, en el salón de actos de la Fonda Medina, el jueves día 11 de septiembre de 2008 a las 19.30h.
Se trata de una pequeña muestra que trata todos los aspectos acerca de la recogida y almacenaje de agua en las Islas.
Panel 1
El acceso al agua ha condicionado siempre la ubicación de los asentamientos humanos, que se levantaron cerca de nacientes, manantiales, fuentes, eres Con el aumento de la población y las demandas de la agricultura se fue incrementando el consumo de agua y ya a mediados del siglo XIX se perforaron en Tenerife las primeras galerías. Al principio se aprovecharon los manantiales naturales como los de Aguamansa, Barranco del Río, Badajoz, Godínez , que vieron pronto reducido su caudal original. En la actualidad, repartidos por toda la isla, los pozos y galerías aportan casi el 90% del agua consumida en la isla.
Extraída de la tierra y transportada por canales y tuberías, el agua terminó convirtiéndose en una mercancía cuya gestión hicieron invisible manos privadas. Permanecen ocultos los procedimientos y dispositivos para extraer, medir, analizar y purificar el agua que, exclusivamente en manos de expertos, impiden a la gente ejercer el control social sobre el más básico de los bienes públicos. Las comunidades locales han perdido el conocimiento y la experiencia en la gestión del agua, cuya concentración actual en compañías privadas genera una fuente permanente de ansiedad sobre su disponibilidad, pureza y salubridad.
Cómo demandar que la gente haga un uso racional y sostenible del agua cuando ha sido desposeída de sus lazos históricos y tradicionales con la más básica e inalienable de las sustancias. Pero algo siempre ha estado más claro que el agua: quien controla el agua, controla la vida.
Panel 2
El agua había que ir a buscarla y llevarla hasta las casas, un trabajo duro y cotidiano que imbuyó al agua misma y a quienes la acarreaban de un alto valor y significado. Para transportarla y almacenarla se recurrió a todo tipo de recipientes. El barro fue profusamente utilizado en la elaboración de tallas o bernegales, tinajas, cántaros, porrones, jarros pero también se utilizaron la madera, calabazas, cueros, latón y, en las últimas décadas, el plástico.
Durante siglos conseguir y llevar el agua hasta las casas fue una responsabilidad de las mujeres. Literal y simbólicamente, ellas cargaban la vida. Pero con la progresiva extensión de las tecnologías de captación y de las redes de tuberías para el suministro, las mujeres fueron desposeídas del control del agua. El agotador trabajo de cargarla desapareció, pero los hombres pasaron a ejercer la autoridad social sobre su extracción, almacenamiento y distribución. Dejando de salir a por agua, las mujeres fueron confinadas aun más dentro del espacio doméstico, reforzando el dominio masculino de la esfera social.
En el pasado nos acercábamos con un recipiente a los manantiales y fuentes para acarrear el agua; en el presente el agua, oculta y fluyendo por los tubos, parece mágica al abrir la llave. En ese tránsito, el control del agua pasó de ser una propiedad común a una mercancía, de las mujeres a los hombres y de la gestión colectiva a ser poseída por pequeños grupos privados.