Hace tan solo un mes, los medios de comunicación informaron de la reentrada descontrolada en la atmósfera terrestre de un gran satélite de 6 toneladas de peso y un tamaño similar a una guagua. Se trataba del satélite de observación atmosférica UARS, que terminó por caer el pasado 24 de septiembre en el océano pacífico.
Ahora, la historia se repite y el telescopio espacial de rayos X “ROSAT” hará lo mismo este fin de semana. Este telescopio, lanzado en 1990, permitió en dicha década catalogar las fuentes de rayos X en el espacio profundo y el estudio de decenas de miles de estrellas y supernovas en esta longitud de onda. En 1998 comenzó a tener problemas en el sistema de guiado. Al terminarse el combustible, quedó a la deriva esperando que, con el paso del tiempo, el rozamiento con la muy tenue atmósfera terrestre lo fuera frenando hasta terminar cayendo sobre su superficie. Ese momento ha llegado, quizá antes de lo pensado, debido al aumento de la actividad solar, que ha provocado que la densidad de partículas de nuestra atmósfera aumente a esa altitud, frenando más el movimiento de estos satélites con órbita baja como también es el caso de la Estación Espacial Internacional.
El ROSAT es más pequeño, pesa dos toneladas y media, aunque se espera que buena parte del mismo (la estructura del espejo) sobreviva a la reentrada pues está diseñado para aguantar altas temperaturas. Se estima que unas 30 piezas resistirán la enorme fricción que se produce con nuestra atmósfera a partir de 90-80 km de altura y consigan estrellarse con la superficie terrestre, el mayor de los cuales tendría un peso de casi tonelada y media, similar al de un coche. ¿Se pueden imaginar un coche cayendo en caída libre sobre sus cabezas? La NASA estima la probabilidad de que algún pedazo de este satélite pueda impactar sobre algún habitante de la Tierra en 1 entre 2.000.
Pronosticar el lugar exacto del impacto de un satélite que no tiene combustible para encender sus motores cuando sea el momento idóneo es muy difícil, especialmente cuando la densidad de partículas en las capas altas de la atmósfera varía de un día a otro por la actividad solar. Se calcula que la reentrada se producirá en algún momento entre las 01:00 y las 16:00 horas del domingo 23 de octubre. A medida que se acerque el momento y su órbita sea cada vez más baja, se podrá concretar el momento de su caída con un margen de pocas horas. La cuestión es que en 88 minutos realiza una vuelta a nuestro planeta, por lo que la franja de peligro es muy amplia.
ROSAT sobre Canarias
Como cualquier satélite de similar tamaño y con órbita baja, ROSAT será visible a simple vista cuando pase sobre el cielo siempre que refleje la luz del Sol y acabe de anochecer (o antes de que amanezca). Precisamente la noche anterior entre las 20:07* – 20:12*, ROSAT atravesará el cielo canario de noroeste a sursureste, con un brillo similar a la de la estrella polar. Al estar tan bajo (ese sábado sobre unos 150 km), en cuestión de tan sólo cuatro minutos atravesará todo el cielo. Si por cualquier circunstancia, por ejemplo una atmósfera más densa, se adelantara su reentrada, podríamos ver un bonito espectáculo, no exento de cierto peligro, quizás algún tornillo perdido que caiga cerca. Esperemos que no ocurra ninguna desgracia.
* La hora de paso sobre Canarias puede cambiar en varios minutos, a medida que cambian los elementos orbitales de la nave. Sería aconsejable observar 5 minutos antes o después de esa hora.
Oswaldo González, Astrofísico y Técnico de Planetario del Museo de la Ciencia y el Cosmos