“Todos los días amanezco a ciegas
a trabajar para vivir; y tomo el desayuno,
sin probar ni gota de él, todas las mañanas.
Sin saber si he logrado, o más nunca,
algo que brinca del sabor
o es sólo corazón y que ya vuelto, lamentará
hasta dónde esto es lo menos.”
(…)
Primer párrafo del Poema LVI
El Intemporal del CEDOCAM de esta semana está dedicado al segundo poemario del escritor César Vallejo, Trilce, del que se cumplen cien años de su publicación.
Tal y como se recoge en la introducción de la obra del año 1961 que tenemos en el Centro: “Ningún otro poeta hispanoamericano de los últimos decenios como César Vallejo, ha suscitado tan abundantes y entusiastas comentarios críticos, ni ha marcado una huella tan honda sobre las generaciones líricas que le sucedieron. César Vallejo nació en Santiago de Chuco, Perú, el 18 de marzo de 1892; murió en París, el 15 de abril de 1938, ciudad donde residía desde 1923. Su primer libro, Los heraldos negros, data de 1918, y acusa influencias modernistas y simbolistas. Pero, en rigor la revelación a su verdadera personalidad solo se produce cuatro años después, con la publicación de Trilce (1922), prologado por Antenor Orrego, quien acierta a descubrir en él una técnica renovadora y distinta, la vocalización de la palabra original, la edénica puerilidad del vocablo, una manera personal y directa con que el poeta rompe a hablar porque acabo de descubrir el verbo “.