El próximo 15 de agosto se cumplirán 100 años del fallecimiento del escritor canario Tomás Morales, considerado uno de los principales poetas del modernismo español. Tomás Morales nació en la localidad de Moya, al norte de Gran Canaria el 10 de octubre de 1884. Actualmente su casa se ha convertido en Casa-Museo. El CEDOCAM está preparando un monográfico sobre este extraordinario poeta y algunas acciones para conmemorar esta efeméride en agosto.
Tomás Morales inició sus estudios primarios en el Colegio San Agustín donde coincidió con el gran poeta grancanario Alonso Quesada y con el pintor Néstor de la Torre. En 1900 se marcha a Cádiz a iniciar sus estudios de medicina y dos años después aparecen sus primeros poemas en el periódico El Telégrafo (Las Palmas). En 1904, el poeta se traslada a Madrid para continuar con sus estudios y es aquí donde entra en contacto con el ambiente literario de la capital de España. Llegó a ser Vicepresidente del Cabildo Insular de Las Palmas de Gran Canaria. Publicó solo dos obras en vida: Poemas de la gloria, del amor y del mar, editado en Madrid en 1908. y Las rosas de Hércules, libro II, publicado también en Madrid en 1919. El libro I de Las rosas de Hércules se publicaría póstumamente en 1922. Dentro de los fondos del CEDOCAM existen ambas ediciones. Además, en el Centro se conserva también un busto de Tomás Morales realizado por el reconocido escultor Victorio Macho, famoso por ser el autor del monumento a Galdós que se encuentra en el Parque del Retiro, en Madrid. Falleció el 15 de agosto de 1921.
Poemas de la ciudad comercial. La ciudad y el puerto. La calle de Triana
A Domingo Doreste La calle de Triana en la copiosa
visión de su esplendor continental:
ancha, moderna, rica y laboriosa,
arteria aorta de la capital... La calle del comercio, donde ofrece
el cálculo sus glorias oportunas,
donde el azar del agio se ennoblece
y se hacen y deshacen las fortunas. Donde el urbano estrépito domina
y se traduce en industrioso ardor,
donde corre sin tasa la esterlina
y es el english spoken de rigor. El sol del archipiélago dorando
los rótulos en lenguas extranjeras,
y los toldos de lona proyectando
sombra amigable sobre las aceras. Y por ellas profusos peatones
de vestes y semblante abigarrados;
y, cual derivación, en los balcones,
los pabellones de los consulados. Todo aquí es extranjero: las celosas
gentes que van tras el negocio cuerdo,
las tiendas de los indios, prodigiosas,
y el Bank of British, de especial recuerdo... Extranjero es el tráfico en la vía,
la flota, los talleres y la banca,
y la miss que, al descenso del tranvía,
enseña la estirada media blanca… Todo aquí es presuroso, todo es vida;
y, ebria de potestad, en la refriega,
la ciudad, cual bacante enardecida,
al desenfreno comercial se entrega... Y al alma, que es, al fin, mansa y discreta,
tanta celeridad le da quebranto...
y sueña con el barrio de Vegueta,
lleno de hispano-colonial encanto... Grand Canary... La gente ya comprende;
y, bajo un cielo azul y nacional,
John Bull, vestido de bazar, extiende
su colonización extraoficial...