¡Salve, ciudad de mis sueños!
En estos momentos tan desafortunados y preocupantes para el pueblo de Tenerife, desde el Centro de Documentación de Canarias y América (CEDOCAM) queremos dar aliento al alma de los tinerfeños frente a esta dura pandemia a través de un maravilloso poema de Nicolás Estévanez dedicado a Santa Cruz de Tenerife y escrito el 29 de agosto de 1862.
A Santa Cruz de Tenerife
¡Salve, ciudad de mis sueños!
Entre las albas espumas
y compitiendo con ellas
en voluptuosa blancura,
te reclinas blandamente
al son del mar que murmura
incomprensibles canciones
que en el silencio se escuchan;
cuando pasan las nereidas,
cuando los tritones cruzan
del Océano tranquilo
por la dilatada anchura,
cuando lucientes escamas
en las ondas se dibujan
al fulgor de las estrellas
y a los rayos de la luna,
o cuando silvan [sic] los vientos
en las cavernosas grutas,
donde se estrellan las olas
con desenfrenada furia.
Bella ciudad de mis sueños,
el marino te saluda
al cruzar tus horizontes
admirando tu hermosura;
y tus suspiros, el viento
que en tus riberas susurra,
mansamente los arrastra
hasta las playas morunas.
Y duermes entre las olas
que tus ensueños arrullan,
y contemplas los bajeles
que en tu puerto se refugian,
o que gallardos y altivos
las pérfidas ondas surcan
despreciando las tormentas
y las mangas y las brumas,
y desafiando a la muerte
que traidoramente ocultan
las alfombras de Anfitrite
bajo de sus ondas turbias.
Santa Cruz, ciudad querida,
blanca como las espumas,
como la tierna paloma
que por tus jardines cruza,
como la perla de Oriente,
como nieve que relumbra
herida por las estrellas
del Echeide en las alturas;
Santa Cruz, ciudad querida
de la Gloria y la Fortuna,
bajo tu cielo esplendente,
al rumor de tus espumas
y al murmullo de tus brisas
mi madre meció mi cuna;
entre tus altas palmeras
pasé las horas más puras
de mi vida tempestuosa,
desconocida y oscura,
que con lentitud camina
entre penas y amarguras;
y en tus campos solitarios,
entre cipreses oculta,
de mi corazón pedazos
encierra triste una tumba!
Santa Cruz de Tenerife, 29 de agosto de 1862