La sección «Tidbits» del CEDOCAM de esta semana la dedicamos a las fiestas y romería en honor a San Marcos Evangelista que se celebran en Tegueste a finales de abril. Se trata de un programa de las Fiestas y Romería de San Marcos Evangelista de Tegueste de 1991.
En el mismo se incluyen interesantes textos y fotografías que versan sobre distintos aspectos destacados del municipio. Destacamos, entre ellos, uno del que fuera cronista oficial de Tegueste, Juan Daniel Darias, que lleva por título «Cuando llega la romería», del que resaltamos el siguiente fragmento:
«¡Un año más…! Un año más y son muchos ya los años transcurridos, desde aquel lejano día de las primeras décadas del siglo XVI, cuando la esposa del Conquistador Melián de Bethencourt, Marina Hernández de Vera, fundara en el Valle de Tegueste el patronazgo del Evangelista San Marcos, construyendo para darle culto, la vetusta pequeña ermita en lo que era núcleo originario del pueblo: “La Plazoleta de San Francisco de Paula, hoy más conocida por El Llano”.
Desde entonces, muchas y complejas vicisitudes fueron acontecimientos relevantes, que marcaron la vida de esta comunidad enclavada al Nordeste de la isla de Tenerife, que tiene por nombre Tegueste. Nuestros campos, nuestros lares, la densidad de población, las modernas tecnologías, entre ellas las agropecuarias, etc., han significado otros tantos problemas, hechos que la colectividad teguestera ha resuelto con mayor o peor fortuna según los tiempos y sus circunstancias. Entre estas vicisitudes destacamos las Fiestas Patronales, que en honor a San Marcos y Ntra. Sra. de los Remedios en Tequeste se celebran, solemnidades que han revestido la debida brillantez en todo tiempo de acuerdo con las posibilidades, según la mentalidad de las gentes y los momentos vividos. (…)
Y después de este alto en el camino, en los días de parvo descanso, cuando la Romería fue un hito en el correr de los tiempos, vuelve el pueblo a reiniciar su quehacer, sigue esa rueda reiterativa que de generación en generación, y desde el amanecer al ocaso, forma el engranaje que nuestros hombres de piel curtida y cansino andar, consumen en torno a las faenas que le sujetan al surco y a los pastizales.»
Muere en el misterio,
la noche enlutada,
el Sol que despierta,
sus crespones rasga,
ya la Aurora sonríe
luciendo sus galas.
Mágicos perfumes
la pradera exhala,
la brisa arrulladora
mueve la enrramada.
(…)
Y por los senderos
las carretas pasan
salvando pendientes
lomas y ondonadas…
Crujen los herrajes,
y el chillido agudo
gime la retranca.
Crosa, Diego.