Elemento imprescindible tanto en las oficinas como en las escuelas en los años 50 y 60. Estos papeles, que se presentaban, normalmente, en pequeñas láminas, tenían la propiedad de absorber los líquidos, gracias a ellos se facilitaba la rapidez en el secado de los escritos. Durante esos años se usaban todavía en las escuelas plumillas metálicas que se impregnaban en tinta para utilizarlas, por lo que había que esperar a que se secara. Con la ayuda de un papel secante se corregía este problema ya que el exceso de tinta era absorbido por el papel secante.
El papel secante se convirtió en el artículo publicitario por excelencia, pues se aprovechaba la superficie del dorso del papel para dar a conocer la razón social de una empresa, los productos que fabricaba, etc.
En este caso se trata de un papel secante de la marca Pelikan ilustrado con un motivo infantil, temática que gozó de gran popularidad para captar la atención de los escolares