La devoción a José Gregorio Hernández es muy grande en Venezuela y se ha extendido al Archipiélago Canario introducida por venezolanos y emigrantes retornados. Por sus acciones y su ejemplo de conducta cristiana, desde el País del Orinoco se promueve su causa de beatificación y canonización, iniciada –en el año 1949– por la Iglesia católica en Venezuela y conducida por el arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo de Castillo, ante el Vaticano. Iniciado el proceso y completados los primeros pasos– la concesión del título de “Siervo de Dios” y del grado de “Venerable”–, se continúa con el proceso que, una vez finalizado, convertiría a este notable científico y cristiano ejemplar en el primer santo de procedencia venezolana.
Los promotores de esta causa accedieron, a través de la red, al extenso monográfico sobre José Gregorio Hernández elaborado por el Centro de Documentación de Canarias y América, perteneciente al Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife, y, posteriormente, solicitaron a esta institución su envío para ser presentado en la Santa Sede como documentación aneja a ese proceso.
El CEDOCAM posee una extensa bibliografía sobre el Venerable hermano José Gregorio, gracias, fundamentalmente, a los fondos bibliográficos del canario David W. Fernández, profesor de Historia de la Medicina de la Universidad Central y director de la Sociedad de Historia de la Medicina de Venezuela. Con la elaboración de este documento, que contribuye a la extensión del conocimiento de la vida y obra de este venezolano universal de ascendencia canaria, cuya proyección trasciende el ámbito científico para convertirse en un fenómeno cultural y religioso de primera magnitud.
José Gregorio Hernández nació en la localidad andina venezolana de Isnotú, en 1864, y falleció en un accidente en Caracas, en 1919. Facultativo venezolano revestido del aura de santidad en su país natal, a él se le atribuyen numerosos milagros y curaciones y es objeto de oraciones por parte de sus devotos. Su culto es también profesado con fervor por numerosos inmigrantes canarios que, retornados a su Archipiélago natal, le dedican altares por toda la geografía insular. Sus restos, que reposan en la actualidad en el baptisterio de la Parroquia de la Candelaria de Caracas –templo erigido por los canarios a su Patrona– son objeto de multitudinarias visitas que le tributan diariamente una misa por su alma. Su figura es un exponente de la cultura popular venezolana, siendo representado, en sus tallas, con traje y corbata negra y con las manos cruzadas en la espalda.
Es de ascendencia isleña por Hernández y por Febres Cordero. Su tatarabuelo, el herreño Antonio Febres Cordero, emigró a Venezuela con su familia en 1730. Se estableció en Coro, en el Estado Falcón, donde llegó ser un hacendado y alcalde ordinario de esa ciudad.
José Gregorio Hernández estudió medicina en la Universidad Central de Caracas. Gracias a una beca del gobierno venezolano, en 1889, estudió en el laboratorio de Histología de Mathias Duval, en París, culminando su formación en dicha materia y en bacteriología en Berlín. Introductor del telescopio en su país natal, desempeñó las cátedras de Histología y Bacteriología en la Universidad Central. Contribuyó de forma decisiva a la instalación del laboratorio de Fisiología Experimental. Ferviente católico, llegó a intentar ingresar como monje de clausura, pero sus planes se vieron frustrados por una afección pulmonar.