“La Ciudad semeja una serie de antesalas y corredores fastuosos. Aquella procesión de flores deshojadas que siguiendo el capricho del artista rellenan las líneas de cada dibujo, constituye una estilización sorprendente: pasajes de la Biblia, adornos góticos, caprichos del Renacimiento y toda una magia de resaltes felizmente imaginados ofrecen a la contemplación el mayor deleite que pueda concebirse”.
Guillón Barrús (1875-1936).
El Centro de Documentación de Canarias y América (CEDOCAM) se une a la celebración del Día de las Alfombras de La Orotava mostrando un programa de la Fiesta de las flores publicado en 1934. Las alfombras de flores y arenas naturales de La Orotava fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Actividad Tradicional de Ámbito Insular el 15 de mayo de 2007.
Destacamos a continuación un fragmento de la introducción escrito por Guillón Barrús (Luis Rodríguez Figueroa), autor de la magnífica novela El Cacique:
“… es un espectáculo de tan inagotable belleza artística, que siempre ofrece a la movilidad fantaseadora de la imaginación nuevos temas de idealidad.
Cada año, en este luminoso y acariciante mes de Junio, tiene aquella fiesta una magnífica ritualidad consagratoria. Siendo periódicamente la misma por su significación cívico-religiosa, es diversa en su esplendor y en sus motivos ornamentales. (…)
He aquí todo un pueblo trazando sobre el empedrado de la ciudad los dibujos más complicados y sutiles. Noches y días, en una labor paciente y férvida al propio tiempo, va cubriendo la oscura y desigual superficie del pavimento de líneas, que se entrecruzan en caprichosas combinaciones y a veces de figuras que se destacan en el fondo de la multiplicidad geométrica concebida y fijada en el suelo por la inspiración de cada artista. (…)
Rosas, alelíes, capuchinas, azucenas, cinerarias, geranios, camelias, azaleas, margaritas, petunias… ¡Una catarata de colores, una lluvia luminosa y deslumbrante, cual si la misma divinidad de Flora se entretuviese en un juego de maravillas leéricas! Y cuando las flores no bastan para completar determinadas entonaciones o para lograr ciertos matices, se recurre al grano de algunos cereales o a las hojas de algunas plantas, como el brezo en verde o quemado, por ejemplo, y hasta a algunas sustancias terrosas como el almagre y sus similares. (…)”