Hoy Día de la poesía, propuesto en 1998 por la Unesco, «con el propósito de consagrar la palabra esencial y la reflexión sobre nuestro tiempo», el Tidbit del CEDOCAM presenta este poema de Nicolás Estévanez. Nadie como él podía escribir una poesía como la que presentamos a continuación donde la pasión y el amor por su tierra, conjugado con su particular sentido del humor, se ponen de manifiesto en cada estrofa, en cada verso.
¡Viva mi Rey!
(Inédito)
Su alteza, el Pico de Teide,
una Alteza de verdad,
es el rey de las montañas
y el príncipe de la mar.
El Pico de Mulhacén
y el cerrillo de San Blas,
son dos míseros enanos
donde nuestro Teide está.
El Vesubio, es famoso,
famosísimo volcán,
en parangón con el Teide
es un mojón nada más.
Y el Etna, tan celebrado
como fue en la antigüedad,
ni de cerca ni de lejos
se le puede comparar
con mi augusto soberano
que es verdadero titán.
Nuestro Pico es una Alteza;
más que Alteza: Majestad;
él domina las borrascas
y desprecia el vendabal [sic]
Cuando los truenos retumban
del cielo en la inmensidad
y se extremecen [sic] los riscos
al choque del huracán,
él está mucho más alto
sin temor y sin temblar,
impasible, majestuoso
arrogante, sin rival,
viendo a sus pies el nublado
que engendra la tempestad.
Al disiparse las nubes
y la tormenta cesar,
cuenta el gigante las islas
y ve su cuenta cabal:
son siete, ninguna falta
cada una en su sitio está.
Porque pasan las tormentas
como cosa accidental,
pero el grupo de las siete
nunca se disolverá.
Ninguna ley arbitraria,
ningún fiero capitán,
ninguna armada invencible
al coloso humillará;
desde el principio del mundo
preside el reino insular;
dejará de presidirlo
después del Juicio final.
Nicolás Estévanez
Geneto, 1862