Todos poseemos una imagen más o menos idílica de un pirata y de su nombre, ya sea Pata de Palo, Barba Roja, o el más romántico y actual Jack Sparrow. Unos personajes que vivían al margen de la ley, con la insana costumbre de apoderarse de lo que no era suyo y la peor manía de tratar de no dejar testigos, con lo que resultaron mucho más violentos y peligrosos que lo que nuestras ideas románticas sugieren.
Sin embargo existió otro tipo de personaje que, como aquellos, atacaban y saqueaban puertos y ciudades. Estos poseían el título de corsario, con el que su nación les autorizaba a atacar y apoderarse de cuanto botín enemigo pudieran y, de paso, hacerse ricos, con suerte, en el proceso.
Corsarios hubo muchos y de todas las naciones, también españoles. En el siglo XVI el francés François Le Clerc atacó Santa Cruz de la Palma y el holandés Van der Does Las Palmas de Gran Canaria, incendiando, destruyendo, matando y obligando a reforzar la defensa de las islas y sus ciudades. Se crearon así defensas como la costera de Santa Cruz de Tenerife, formada por baterías, torres, murallas, castillos y baluartes. Un sistema integrado renacentista en la isla, que fue objetivo del corsario inglés Blake en 1657, Jennings en 1706, y más tarde, del almirante Nelson en 1797.
Todos ellos protagonizaron respectivos ataques que fueron rechazados por las baterías tinerfeñas que, ahora, puedes conocer a través de la Ruta de los Castillos del Museo de Historia y Antropología de Tenerife, que se lleva a cabo los primeros sábados de cada mes. La próxima tendrá lugar el 5 de abril.
Bajo el título “¿Sabías que…?”, presentamos esta sección que incluye curiosidades, anécdotas, particularidades de algunos objetos, piezas o especímenes; referencias a antiguas expediciones; resultado de los trabajos de investigación y demás temas vinculados con Museos de Tenerife.