Registro de salida: «Retrato del marqués de Valhermoso»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
 
 

Retrato del marqués de Valhermoso [12. 2004. 510]


Este óleo sobre lienzo, de José Rodríguez de la Oliva, presenta la particularidad de que ofrece la doble modalidad de obra de arte y documento biográfico, categoría esta última en la que el retratado pasa por ser un personaje clave en ese capítulo de la Historia de Canarias que los círculos académicos han convenido en llamar “El Pleito Insular” o, lo que es lo mismo, la lucha por la capitalidad del Archipiélago Canario.

Lorenzo de Villavicencio y Cárdenas fue nombrado comandante general de Canarias en 1722, cargo que llevaba consigo la presidencia de la Real Audiencia Insular. Y, en 1723, trasladó la sede de la comandancia desde La Laguna al Castillo de San Cristóbal, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, hecho que fue visto con mucho recelo por la intelectualidad lagunera, tal fue el caso de Lope Antonio de la Guerra y Peña, quien en sus memorias apuntaba: “Ya hoy se ha mudado el comercio al lugar de Santa Cruz, que casi tiene más población que la ciudad [La Laguna], i con la protección de los señores comandantes generales…”.

Precisamente, fue Lope de la Guerra quien, en el elogio fúnebre que escribiera sobre Rodríguez de La Oliva, destacó que fuera uno de los primeros pintores isleños que cultivaron el género del retrato: “pintaba pastoso y acabado, su manera, suave; sobresalía en el retrato, tanto en grande como en pequeño […] En el retrato no solo copiaba las fisonomías, los coloridos y el aire, sino que en los humanos trasladaba al lienzo las pasiones y el carácter propísimo…”. Idea esta última corroborada por Pedro Tarquis en su estudio “La técnica de retratos de Rodríguez de La Oliva”, publicado en el nº 92 de la Revista de Historia, cuando afirma sobre el retrato de Valhermoso que “todo está de perfecto acuerdo con el carácter de Valhermoso, tiránico, astuto y disimulado”. El propio Tarquis considera que el retrato de Valhermoso se corresponde con el final de la primera etapa de Rodríguez de la Oliva retratista y que su estilo es deudor del retratismo peninsular, a su vez influenciado por el francés traído a España por la corte borbónica.

En el año 2004, el Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife adquirió el cuadro, hasta ese momento propiedad de un particular, con la firme convicción de que la obra no solo constituía una pieza de pinacoteca de valor contrastado, sino que, además, se erigía en un singular objeto que invitaba a conocer la biografía del retratado, el cual encajaba a la perfección en el discurso de la exposición permanente del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHA), en su sede de la casa Lercaro, y más en concreto en su ámbito 3, dedicado a la historia de las instituciones de Canarias. El cuadro, que en la actualidad se encuentra ubicado en los almacenes del Museo, recientemente formó parte de la exposición “Vecinos de la ciudad. Retratos en San Cristóbal de La Laguna (siglos XVI – XIX)”, celebrada en la sala de exposiciones instalada en la que, antaño, fuera sede de los capitanes generales de Canarias, la popularmente conocida como Casa de los Capitanes Generales. Casi tres siglos después, Lorenzo de Villavicencio regresaba en forma de retrato a la primera sede de una institución que, ante la perplejidad de los laguneros, en 1723 se trasladó a Santa Cruz de Tenerife.