Registro de salida: «Babytest»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
 
 

Babytest [23. 2001. 357]


El nuevo «Registro de salida» es un Babytest, herramienta de control de la natalidad fabricada en España durante los años sesenta del siglo XX. El artilugio era conocido también como Método Ogino y llegó al Museo de Historia y Antropología de Tenerife por donación de D. Bernardo Parrilla Alemán, pasando a formar parte de la colección «Ciclo vital, Cuerpo e Higiene».

De tamaño compacto, sus medidas apenas sobrepasan los 8 cm de alto y largo respectivamente, así como 1 cm de grosor, lo que le permite convertirse en un objeto transportable con discreción en cualquier bolso o cartera y manejable sin complicaciones.

Se presenta en un estuche plástico de color caramelo que tiene grabado en su parte delantera el término «babytest» y en la trasera el símbolo representativo del género femenino conteniendo la palabra Casen como marca del laboratorio que lo distribuyó en Zaragoza. En su interior contiene un disco metálico con números impresos sobre el que se superpone otro de color dorado que gira sobra su base mostrando los días del mes, la marca del producto, tiempo de fecundidad y quién lo recomienda: «PROF. DR. H. KNAUS, de la Facultad de Medicina de Viena». En la parte trasera del objeto se recoge un ejemplo del modo de uso, así como indicación de lectura de las instrucciones adjuntas en el estuche.

El Método Ogino, denominado también como Método del ritmo o del calendario permitía conocer y controlar la fertilidad femenina de manera natural sin necesidad de recurrir a contracepción oral o de ningún otro tipo. Fue desarrollado en 1924 por el ginecólogo japonés Kyusaku Ogino y perfeccionado en 1928 por el médico austríaco Hermann Knaus. Sus orígenes se remontan a la década de 1920, cuando dicho médico comenzó a estudiar las variaciones que se producen en la menstruación (que teóricamente se suponía regular) de una forma rigurosa, verificando los cambios por días, y no por semanas, como hasta entonces era habitual. En 1923 dio a conocer el método anticonceptivo basado en los períodos de fecundidad del ciclo menstrual casi al mismo tiempo que lo hacía el austriaco Hermann Knaus, por lo cual recibió el nombre de Método Ogino-Knaus. Al ser totalmente natural fue el único aceptado en esa época por la iglesia católica.

Consistía en contar los días del ciclo menstrual para lograr, o evitar, quedar embarazada. Para utilizarlo, la mujer debía conocer la duración de sus ciclos menstruales y observarlos correctamente durante al menos seis meses, anotando cualquier variación que sufriera a lo largo de su período, teniendo en cuenta que el momento de la concepción oscilaría en torno a los días doce y diecinueve antes de la menstruación. Knaus, por el contrario, era de la opinión que la ovulación tenía lugar quince días antes de la aparición de la menstruación, así que el período fértil correspondería a esos mismos días. En cualquier caso, el método planteado por ambos profesionales tenía una tasa de fracaso relativamente alta al no tener en cuenta a los grupos de mujeres con ciclos irregulares o al hecho de que factores externos, como el estrés o algunos medicamentos, podían alterar los ciclos. Este método llevaba implícito la abstinencia o continencia periódica en los períodos fértiles para evitar los temidos embarazos no deseados.

Por otra parte, al asumir este método que todo sangrado es verdadera menstruación, no tiene en cuenta que un sangrado anovulatorio o en la mitad del ciclo puede ser debido a distintas causas e identificarlo erróneamente como menstruación, lo que provocará cálculos incorrectos. Al final, todo depende de la capacidad vital que tiene un óvulo para ser fecundado y de la vida del espermatozoide para lograrlo.

Por cuestiones mayormente morales, y pese a que existieron publicaciones durante los años 20 y 30 del siglo XX que ya hablaban de educación e higiene sexual centrada en evitar la tasa de mortalidad infantil y el aborto provocado, en España no empezó a distribuirse información sobre este método con carácter científico hasta varias décadas después. Es un hecho constatado que la iglesia católica siempre ha estado de parte de las políticas conservadores del Estado, fuesen cuales fuesen. La pobreza, la falta de formación e información de la sociedad y la consideración de los métodos anticonceptivos naturales como los más eficaces para el control de la natalidad puesto que no se descarrilaban de los ideales religiosos implantados en la memoria colectiva, fueron razones por las que este método fuera uno de los más utilizados durante, al menos, los años 60 y 70 del siglo XX. También hay que tener en cuenta que la mayoría de las veces el acceso a los anticonceptivos no fue fácil e, incluso, en algunos países, ilegal.

Po otro lado, el acceso de la mujer al mundo laboral y académico le proporcionó una mayor libertad económica y de pensamiento, modificando los estándares implantados por el feminismo católico y generando un sentimiento de identidad y corporeidad que salpicó de lleno a aspectos tan importantes como eran la sexualidad y la maternidad. Se inicia con ello un período nuevo de la regulación de la natalidad con la aparición de la píldora, que liberará a los hombres de todos los procedimientos usados en la prevención de embarazos y sustraerá la fecundación del reino de la casualidad para convertirla en un hecho consciente.

Sin embargo, aunque pueda parecer que este método del que venimos hablando es ya cosa del pasado dada la multitud de medios de contracepción que existen en pleno siglo XXI, no parece cierto cuando de hecho, en 2019, se elaboró un ranking de países que aún seguían utilizando el control del ciclo como sistema habitual, tal es el caso de Vietnam con un 9,9%, Somalia con 6% o Palestina con un 4,4%, entre otros, lo que demuestra la pervivencia que tiene todavía hoy en día el Método Ogino-Knaus.

En la actualidad, sangre y ciclo siguen bajo análisis sumándose disciplinas distintas a la medicina como es la Antropología y aportando, así, nuevos enfoques. La menstruación es abordada bajo otro prisma y con otros propósitos y esa re-significación permite hablar de temas tan diversos como la sociedad de consumo, la norma binaria o el sistema de género, generando controvertidos e interesantes debates.