Jornadas: «Investigaciones arqueológicas en Fuerteventura y Lanzarote». Antonio M. Macías

 

Museo de Naturaleza y Arqueología, MUNA (salón de actos)

21 de octubre de 2024

19:30 h.

Entrada gratuita hasta completar aforo, previa inscripción


Se acreditará la asistencia



La comunidad aborigen de Fuerteventura.Algunas notas sobre su historia

Antonio M. Macías Hernández

Jornadas «Investigaciones arqueológicas en Fuerteventura y Lanzarote»

A pesar los avances realizados en los últimos años, entre los que destaca el yacimiento romano de la isla de Lobos, los estudios arqueológicos sobre Fuerteventura no han conocido el mismo nivel de desarrollo que el alcanzado en el resto de los territorios insulares. Es más, nadie habla de la cronología de su ocupación, a pesar también de que los primeros datos al respecto la situaban a mediados del segundo milenio anterior a nuestra era e incluso en fechas más tempranas si consideramos las indicadas para la isla vecina. En realidad, todo se olvidó o, mejor dicho se ocultó, como si fuera pecado capital hablar del asunto, y, por mucho que se argumente sobre la discutible validez de aquella cronología, lo único cierto es que se desechó porque no concordaba con las de otros ámbitos insulares, donde se barajaban cronologías en torno a nuestra era.

Reconozcamos entonces el error. Se siguió un método totalmente ajeno a la ciencia porque lo correcto hubiera sido reexaminar aquellas tempranas cronologías y considerar dos cuestiones metodológicas que aún no han recibido la debida atención y, por ello, han causado los mayores dislates, si bien recibidos con todo boato mediático, lo cual demuestra el grado de desconcierto que impera en la arqueología canaria. Primera, que los huesos de cabras y ovejas son válidos para datar una ocupación humana fundamentada en el concepto de colonización agropecuaria. Segunda, que los materiales de los yacimientos de las otras islas no se ajustan a este concepto, pues proceden de yacimientos marginales por el escaso potencial agroecológico de su entorno y, por tanto, no pueden en modo alguno testificar la fecha de la primera colonización insular; todo lo más significan que había población en el yacimiento descubierto.

El problema adquiere mayor calado cuando lo que realmente importa no es la cronología de la ocupación sino el devenir de una comunidad a lo largo de su milenaria historia y, además, aislada en un territorio que no era en verdad un paraíso. Un problema difícil de resolver, pues, por mucho que se niegue, su principal sustento era de naturaleza agropecuaria y todos sabemos que los registros arqueológicos no aportan los datos precisos para conocer esta actividad, más allá de decir que la economía aborigen tenía cereales, leguminosas, cabras, ovejas y cerdos. Me refiero, en síntesis, a la relación entre producción y reproducción, es decir, entre la fuerza motriz del crecimiento, la población, y el de aquel sustento en el largo plazo; al grado de articulación entre la agricultura y la ganadería, pues sin la participación de esta no es posible garantizar los rendimientos agrícolas de las simientes y especialmente de aquella que constituía el principal ingrediente de la dieta aborigen: la cebada blanca.

Hablo precisamente de estos rendimientos, de las superficies cultivadas, de la irrigación como la principal tecnología de la comunidad. Pues bien, mi ponencia abordará esta temática, no sin advertir que las simulaciones estadísticas propuestas son solo eso, estimaciones para avanzar en la mejor comprensión de la historia aborigen; en este caso, de Fuerteventura.

PONTENTE

Antonio M. Macías
Catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de La Laguna. Ha desarrollado una amplia labor investigadora en el campo de la historia moderna y contemporánea de Canarias. Destacan sus trabajos sobre el sistema monetario —«Canarias, 1340-1530: la génesis de una economía de base monetaria», en BERNAL, A. (ed.), Dinero, moneda y crédito en la Monarquía hispana, Madrid, 2000—, y sus esfuerzos por aclarar algunos temas de la historia insular a la luz de las modernas teorías sobre el crecimiento económico: «La construcción de las sociedades insulares: El caso de las Islas Canarias», en Anuario del Instituto de Estudios Canarios, 45 (2000); «De Jardín de las Hespérides a Islas sedientas. Por una historia del agua de las Canarias, 1340-1990», en C. BARCIELA y J. MELGAREJO (eds.), El agua en la historia de España, Alicante, 2000; «El comercio exterior isleño. Balance historiográfico y nuevas perspectivas analíticas», en BÉTHENCOURT MASSIEU, A. (ed.), Felipe II y las Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 2000.

Otro apartado relevante de su investigación trata de la demográfica y economía aborigen —«Expansión europea y demografía aborigen. El ejemplo de Canarias, 1400-1505», Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, X, 2 (1992); y «La economía de los primeros isleños» en Historia de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 1995—, y del modelo económico isleño contemporáneo —«Canarias, 1800-1870: Fiscalidad y revolución burguesa», Hacienda Pública Española, 108-109 (1987; «Panorama histórico de la economía canaria», Papeles de Economía Española. Economía de las Comunidades Autónomas. Canarias, 15 (1995).

Finalmente, merecen reseñarse sus estudios sobre las migraciones canario-americanas: Canarias, 1500-1980. La migración isleña, Oviedo, 1992; «Canarias-Venezuela. Política migratoria y migración isleña (1831-1860)», Anuario de Estudios Atlánticos, 41 (1996); «Los indentured labor de la migración española. Las contratas de colonos de mediados del siglo XIX», en La industrialización y el desarrollo económico de España, Barcelona, 1999.