Con motivo de la inauguración de la IV fase del Museo de la Naturaleza y el Hombre, se presenta, el viernes 18 de marzo, la exposición El Museo Fabulado, que podrá visitarse, de forma gratuita y en el horario habitual del museo, hasta el día 18 de mayo.
Las oscuras sombras de los cráneos de Julio Blancas; la naturaleza fantasmal y reconstruida de los trabajos de Juan Carlos Batista; las raíces desvaídas y espectrales de Gonzalo González; la recopilación arqueológica y archivística de Hildegard Hahn y la densidad biomórfica y vegetal de Gabriel Rocas se enfrentan, como dispositivos artísticos, a los restos de una naturaleza clausurada en la memoria.
El Museo Fabulado es también una forma de museo. El arte encarnó una de las maneras de convocar la memoria y, en cierta manera, los artistas recolectaron los restos de la naturaleza que fueron quedando por el camino de la Historia. El mismo material. Y la naturaleza fue siempre el tema por excelencia del arte porque convocaba a la verdad primigenia que persiguió siempre una sociedad ansiosa por identificarse. ¿Pero era esa verdad La Verdad?
En estos tiempos de inquietud la verdad dejó de ser una para ser múltiple. Y los objetos y las cosas mudas en las repisas y los archivos: fósiles, restos, insectos, vasijas, instrumentos, despojos, reproducciones, iconos, imágenes, piedras, amuletos, vertebrados, raíces, esqueletos, ídolos, marcas, inscripciones, vestigios, reliquias, semillas, residuos, escombros…
Frente a esa incertidumbre se abre un interrogante. El arte no es una ciencia exacta pero se alimenta de la materia deductiva, del análisis fenoménico, de la clasificación y la comparación. Y si no hay Verdad, por lo menos hay espacio para la duda. En este intersticio se inscriben las obras del Museo Fabulado que tangencialmente se emplazan frente a los restos de la memoria de la Historia muda. El resultado es una conversación filamentosa y rizomatica entre los objetos y las cosas, las ideas y los despojos. Memoria y olvido. Materia y muerte.