Mucho se ha escrito estos últimos meses sobre los alineamientos sucesivos del cometa Elenin con la Tierra y el Sol y su relación con los sucesivos desastres naturales acontecidos en las mismas fechas. Pero ¿qué hay de cierto sobre este asunto?
El cometa Elenin, una pequeña roca de hielo y polvo de poco más de 3 km de diámetro, fue descubierto en diciembre de 2010 por el astrónomo ruso Leonid Elenin cuando el cometa se encontraba a una distancia cinco veces la que nos separa del Sol. Su órbita está ligeramente inclinada con respecto al plano descrito por nuestra órbita, denominada eclíptica, pudiéndose dar el caso de aproximaciones muy cercanas a la Tierra cuando se acerca al Sol cada 11.800 años. Este cometa no tiene nada de peculiar, es uno más entre tantos, pero alguien advirtió al usar un programa de simulación espacial que las fechas cuando el Sol, la Tierra y el cometa se alineaban coincidían con las fechas de grandes desastres producidos en nuestro planeta, como fue el caso del gran terremoto de Japón el 11 de marzo. A partir de ahí se crearon diversas teorías conspirativas que pronosticaban grandes fenómenos destructivos en las sucesivas alineaciones del cometa con nuestro planeta y el Sol, que van desde tsunamis, erupciones volcánicas, explosiones solares hasta cambios en la órbita terrestre.
Decimos que tres cuerpos están perfectamente alineados cuando podemos atravesar con una línea el centro de dichos cuerpos. Es lo que ocurre aproximadamente cuando vemos un eclipse total de Luna o uno total de Sol. En el primer caso, la Tierra está entre el Sol y nuestro satélite, y en el segundo, cuando la Luna se interpone entre nosotros y nuestra estrella. ¿Y qué ocurre?, pues nada dramático, simplemente que la luminosidad de la Luna disminuye al no llegarle prácticamente luz solar, o el disco solar desaparece al interponerse nuestro satélite en su camino en el caso de un eclipse total de Sol. Pero no se producen grandes terremotos, ni tsunamis, ni se dispara la actividad volcánica, ni existen más explosiones solares, solamente vemos un bello espectáculo, y eso que la Luna tiene casi 3.500 km de diámetro -mil veces la del cometa Elenin-, es miles de millones de veces más masiva y se encuentra a algo menos de 400.000 km de nosotros, cuando la máxima aproximación del Elenin a la Tierra ha sido de unos 35.000.000 km. Si esto no fuera suficiente, el Elenin nunca ha estado alineado con la Tierra y el Sol, pues su órbita está inclinada con respecto a la nuestra, y viéndolo en un simulador tridimensional se ha comprobado que pasaba a varios millones de kilómetros por encima o por debajo de la supuesta línea. Además, las fechas reales de dichas “alineaciones” no coincidieron con esos fenómenos naturales; por ejemplo, el gran terremoto de Japón fue el 11 de marzo y el máximo acercamiento del cometa a la supuesta línea Tierra-Sol, el 15 de mismo mes.
Pero esto no ha impedido que se hayan escrito páginas y páginas sobre algo que no tiene ningún rigor científico. Es más, ya se está comentando que el próximo 22 de noviembre tendremos otra “alineación” del cometa y lo que esto supondrá. Quizás habría que añadir que el cometa en su máximo acercamiento al Sol el pasado 10 de septiembre no ha sobrevivido a la enorme gravedad de nuestra estrella y se ha desintegrado en miles de pedazos, formando una gran nube de gas, polvo y pequeños cuerpos que siguen la trayectoria original del cometa. Quién sabe, puede que a alguien se le ocurra relacionar esta fragmentación con los 11.000 pequeños terremotos del Hierro.
Por Oswaldo González, Técnico del Planetario del Museo de la Ciencia y el Cosmos.